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El eurocomunismo presenta el renacimiento italiano USA

Ayer salió para Estados Unidos el alcalde comunista de Florencia, señor Elio Gabbuggiani. Invitado por el alcalde de Detroit, señor Coleman Young, asistirá el día 15 a la inauguración del Renaissance Center (Centro Renacimiento). Gabbuggiani, que representa muy bien la figura de alcalde bonachón y tolerante difundida por el Partido Comunista, permanecerá nueve días en Estados Unidos, entrevistándose con hombres de negocios, sindicalistas y personalidades de la cultura norteamericana.Aunque en realidad se trate, como ha declarado el alcalde florentino, de «una ocasión para conocerse y reflexionar», se hacen bastantes cábalas a alto nivel sobre las relaciones de este viaje con la política exterior norteamericana y la posibilidad de que los comunistas participen del Gobierno en Italia.

Actos de hermandad, conmemoraciones históricas y ferias comerciales suelen ser un instrumento de conocimiento político empleado con frecuencia por todas las administraciones locales comunistas. Recientemente el alcalde comunista de Nápoles, Maunzio Valenzi, se lamentaba ante este corresponsal de haber perdido una carta del alcalde de Sevilla a un médico amigo suyo, en la que se proponía un «pacto de hermandad » entre las dos ciudades.

No es la primera vez que un político comunista italiano visita Estados Unidos. El responsable de la política exterior del partido, Sergio Segre, participó el año pasado de un debate universitario sobre el «caso Italia», y recientemente los señores Pecchioli Y Boldrini visitaron también Estados Unidos como miembros de la Comisión de Defensa y Armarnento de la UEO (Unión Europea Occidental).

En general, los viajeros comunistas italianos tratan en primer lugar de «conocer» y luego de «darse a conocer», disipando «dudas y sospechas». Es inevitable que en este caso representen más que nadie el «eurocomunismo». El partido, sin embargo, se muestra oficialmente muy cauto. La legalización del Partido Comunista Español, por ejemplo, no ha sido empleada como prueba de autonomía de los partidos comunistas europeos respecto de la Unión Soviética. Cuando el 24 de marzo pasado Dolores Ibarruri se despidió de los dirigentes del Partido Comunista Soviético (Kirilenko y Ponomarev), todos se declararon partidarios, según la agencia Novosti, de «una cooperación internacionalista, según las grandes ideas de Marx, Engels y Lenin».

Al lado de estos mensajeros de «buena voluntad» hay en el partido quien, como Cossutta, niega a los «ímperialistas» americanos títulos para defender «los derechos del hombre», o como Lombardo Radice, también del comité central, que en una entrevista con Radio Europa Libre, destinada a Europa oriental, acaba de declarar que en caso de conflicto con la URSS Italia se pondría de parte soviética.

A quien, según la llamada «doctrina Brzezinski», interpreta el eurocomunismo como un elemento «desestabilizador» del imperio soviético, la Democracia Cristiana replica que por ahora se trata de una interpretación «aventurada y prematura». En un partido en que un 30% de elementos derechistas se niegan a todo contacto y diálogo don los comunistas, y en el que sólo un 15% es aperturista, la solución depende de un moderado 55% silencioso, que todavía no se ha pronunciado o habla olo por señales.

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