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Controversia en Gran Bretaña sobre las elecciones al Parlamento Europeo

Juan Cruz

El tema de las elecciones para el Parlamento Europeo resucita en Gran Bretaña el debate-sobre el interés que realmente tiene el Gobierno de este país por profundizar en sus compromisos con la Comunidad Económica. El «libro blanco» que la Administración laborista acaba de publicar sobre aquellas elecciones directas ha dejado las cosas muy poco claras. No se ofrece ninguna solución electoral concreta para cubrir los 81 escaños que le corresponden al Reino Unido, sino que se apuntan cuatro opciones sobre las que debe decidir el Parlamento de Londres.

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La división que muestran todos los partidos -y especialmente el Laborista- sobre este asunto se añade a la vaguedad de la propuesta y hace muy difícil que la fecha electoral decidida por la CEE -junio de 1978- pueda ser cumplida por Gran Bretaña.Las opciones que ha citado el Gobierno comienzan con las que ya están en práctica en el Reino Unido: el sistema de la mayoría simple para la elección de diputados. En segundo lugar, se recoge la aplicación de un sistema de representación proporcional, que debía ejercerse a nivel regional. La tercera opción sería una copia del sistema que se sigue en Irlanda del Norte y que se aproxima al de la representación proporcional. La cuarta posibilidad es la de elegir a los diputados entre los que ya están en el Parlamento de Londres, por un sistema que podría ser una combinación de los ya citados.

Esta confusa situación, que se produce a un año justo de la fecha electoral, contradice la frase que Harold Wilson pronunció en junio de 1975, cuando su Gobierno ganó el referéndum para que el Reino Unido permaneciera en la CEE: «La discusión sobre nuestro compromiso con la Comunidad se ha acabado definitivamente.»

La decepción que ha causado el documento electoral publicado por los laboristas resulta especialmente embarazosa ahora para el Gobierno, porque dentro de dos semanas se reúne en Londres el Consejo de Ministros de la CEE, con James Callaghan como presidente.

Cállaghan ha repetido en varias ocasiones que usará todo su poder para llevar a cabo aquella convocatoria en el plazo indicado por la CEE. El documento que se acababa de publicar refleja, sin. embargo, los desacuerdos que existen en el seno de su' partido sobre la conveniencia de esas elecciones.

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Los anti-Mercado Común que hay en el propio Gabinete de Callaghan, ya no sólo consideran que la burocracia de Bruselas terminaría anulando la autoridad del Parlamento de Westminster, sino. que estiman que, en el caso de que esos diputados se eligieran en la! circunstancias en que se halla el país, el dominio conservador en la esfera europea sería total. Por eso sugieren que se aplique una norma electoral que obligue a la elección de los diputados que ya se sientan en el Parlamento de Londres. Esta fórmula no podría ser aceptada por los liberales, que aguardan la oportunidad de Europa como un medio, de hacer valer los cinco millones de votos con que cuentan en este país.

Un problema adicional lo plantea el Partido Nacionalista Escocés, a cuya región le corresponderían ocho escaños, según la distribución hecha en el Reino Unido para cubrir su contribución al Parlamento Europeo. En una votación, los escoceses, que tienen once representantes en los Comunes, irían contra cualquier propuesta del Gobierno que no garantice que Escocia tenga la misma preponderancia que, por ejemplo, los daneses, que con casi la misma población disponen del doble de escaños.

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