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Un bulldozer

«Monsieur 100.000 voltios», como le llaman en la mayoría gubernamental a Jacques Chirac, es el primer alcalde de París. Más de 35.000 funcionarios, más de 100.000 millones de pesetas de presupuesto anual y todas las atribuciones como «gerente» de la capital de un país centralizado como es Francia: estos son los poderes con que cuenta esta «criatura» del fallecido presidente George Pompidou y del «hermano-enemigo» Valery Giscard d'Estaing.Chirac es parisisiense de nacimiento. Cumplirá 45 años el próximo mes de noviembre, fue alumno de uno de los liceos más cotizados de la capital, el «Lopuis le Grand», licenciado en Políticas, pasó por la Escuela Nacional de Administración, vivero de políticos, estudió en Harvard y aunque parecer ser que, en aquellos tiempos, flirteó levísimamente con la izquierda, la derecha forjó su provenir desde sus primeros pasos en la vida pública. A los treinta años, entró en el Gabinete del entonces primer ministro, Georges Pompidou. Cariñosa y significativamente Pompidou le llamaba el «bulldozer». Tenía 35 años cuando Pompidou precisamente le presentó en el departamento de Correze, como candidato a diputado, y con no menos intención dijo de él: «Le quiero mucho, pero debo tener cuidado, por que es capaz de quitarme el puesto». El señor Chirac salió, naturalmente, diputado.

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Ese mismo año de 1967 fue secretario de Estado en el Ministerio de Finanzas. Y su carrera fulgurante continuó, ministro de Relaciones con el Parlamento, de Agricultura del Interior y, por fin, primer ministro de¡ presidente actual. Sus relaciones con Giscard, «leales» durante dos años, se rompieron el verano último y, a partir de ese momento, empezó la lucha «fratricida» entre el representante de la derecha bonapartista y el inquilino del Elíseo, programador del liberalismo socialdemócrata.

La candidatura del señor Chirac a la alcaldía de París consumó el desafío entre los dos líderes de la derecha. El señor Chirac desde su sillón de alcalde de París y el señor Giscard, desde el palacio presidencial, a lo largo del año escaso que mediara para las elecciones legislativas, tendrán tiempo suficiente para reconciliarse o seguir pleiteando.

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