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Duras exigencias liberales para mantener a los laboristas británicos en el poder

Juan Cruz

Ayer inició el Gobierno laborista su campaña para convencer a los partidos minoritarios de que la moción de censura propuesta por los conservadores no debe prosperar, «porque el país no está ahora en condiciones de afrontar unas elecciones generales». El voto de confianza se decide mañana, James Callaghan, el primer ministro, se ha entrevistado con su colega, el líder liberal David Steel, quien es, al parecer, el que tiene la última palabra en la lucha de la oposición para acabar con la Administración actual. Margaret Thatcher, la líder conservadora, se abstiene de todo tipo de contactos, porque considera su triunfo «muy probable».En las últimas horas, Steel ha precisado los términos en los que estaría dispuesto a llegar a un compromiso para mantener a los laboristas en el poder. El quiere que Callaghan acepte «abierta y públicamente» la exigencia liberal de retirar de su programa de Gobierno, todas las medidas de carácter socialista que todavía prevalecen». Junto a esa demanda, insiste en la reivindicación de elecciones directas para el Parlamento Europeo, en la reforma del proyecto de ley de devolución para Escocia y Gales, introduciendo el sistema de representación proporcional, y la revisión de la propuesta laborista para ampliar la participación de los trabajadores en las empresas.

Un compromiso de esa categoría con los liberales indignaría a la izquierda del Partido Laborista, cuyos ochenta miembros parlamentarios cuentan más a los ojos de Callaghan que los trece diputados liberales.

El terna de la devolución de poderes para Escocia y Gales se ha revelado aún más importante para el Gobierno que las demandas liberales. El fracaso de la ley descentralizadora laborista ha colocado a los once nacionalistas escoceses y a los tres nacionalistas galeses decididamente del lado de la oposición que dirige Margaret Thatcher. Los dos diputados laboristas escoceses también figuran en esa línea contraria al Gobierno, por la misma razón. La «rebelión de las regiones» no termina ahí, porque la principal razón por la que los diez unionistas del Ulster dicen que van a votar a favor de la moción de censura es la repetida negativa del Gobierno de Londres a reinstaurar en Irlanda del Norte, una Administración autónoma.

Para tranquilizar tanto a la izquierda de su partido como a los Trade Unions, Callaghan repitió ayer, en una reunión con líderes sindicales, que «el laborismo no olvidará sus principios políticos para conseguir una alianza con partidos minoritarios.»

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