Sospechosas coincidencias
La noticia, de tintes alarmistas, hace pensar. Porque hay excesivas coincidencias y oportunidades. Hace unos años, la misma Foodand Drugs Administration (FDA), norteamericana, organismo de control de calidad de fármacos y alimentos, encogió el corazón del mundo con un anuncio similar: el ciclamato es cancerígeno. La campaña hundió a los fabricantes del edulcorante artificial. Cientos de marcas de bebidas refrescantes hicieron público que no utilizaban ciclamato. Al final, se supo que detrás de todo ello, sólo había una razón poderosa: las ventas de azúcar habían disminuido, y había que elevarlas. Hoy la situación es muy similar. Él precio del azúcar va a subir. Si la competencia más directa es precisamente la sacarina, la coincidencia empieza a ser sospechosa.Independientemente de todo ello, estos alarmantes anuncios le producen a uno, como consumidor, el tremendo enojo de sentirse manipulado. ¿Es posible que ahora, en 1977, tras años y años de uso de sacarina, se nos pueda decir, impunemente, que es nociva? ¿Es posible que a nadie se le haya ocurrido hasta ahora, hasta este preciso momento, atiborrar de sacarina a las ratas? El consumidor de aquí o de allá se siente, además, desamparado. Y se pregunta si además de deberes tiene algún derecho. Y se dice, ¿qué hacen los laboratorios de análisis del consumo? ¿Qué hacen las autoridades sanitarias que permiten que consumamos toneladas de sacarina, calificada como de «peligro inmediato para el organismo humano»? Es cierto que ahora se habla de que no es para tanto y de que es una alarma injustificada. Pero a todos se nos pone el corazón en puño. Tanto si es cierta la nocividad de la sacarina, como si es una maniobra multinacional para vender más azúcar. En cualquier caso, lo que el anuncio americano demuestra es que durante muchos años se nos ha tomado lamentablemente o como ratas de laboratorio, o como unos simples objetos del consumo.
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