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Incidentes en Plasencia tras la visita de los Reyes

Los incidentes ocurridos en Plasencia, protagonizados por una brigada especial de la Policía Armada traída desde Toledo que cargó contra las personas que se encontraban en la plaza Mayor de la ciudad tras la visita de los Reyes de España, ayer por la mañana, y el abucheo ofrecido por los cacereños al alcalde de Cáceres en su discurso de bienvenida a Sus Majestades, así como los gritos de «Hechos, sí; palabras, no", después de la alocución ofrecida desde el balcón de la Casa Consistorial de Cáceres han entorpecido el discurrir tranquilo de don Juan Carlos I y doña Sofía por tierras extremeñas.

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Los Reyes de España habían pernoctado en el parador de Mérida; durante su primer día de visita a Badajoz se trasladaron en helicóptero hasta Plasencia, ciudad a la que llegaron sobre las 10.30 de la mañana. Posteriormente se dirigieron a la plaza Mayor donde las autoridades locales les dieron la bienvenida. Las pancartas alusivas a la problemática extremeña llenaron casi en su totalidad los aires plasentinos.Las pancartas que enarbolaban hacían referencia a los problemas de industrialización y, concretamente, a la falta de acción del Instituto Nacional de Industria en esta región («Majestad: ¿Qué es el INI?», «Queremos una fábrica de cigarrillos», «Sabe el INI qué es Extremadura», «Producimos el 70 % del tabaco, ¿cuánto fabricamos?», «Por justicia pedimos una fábrica de cigarrillos», «Más industria y menos nucleares», «La Alta Extremadura a la cabeza de la producción eléctrica y a la cola de la renta per cápita»); a las necesidades de unas mejores comunicaciones («Carretera de Navalmoral de la Mata a la frontera portuguesa pronto, pronto, pronto», «Para el desarrollo de Extremadura, carretera de Navalmoral-Portugal», «La N-630, carretera de la vergüenza», «Ruta de la Plata, ruta de los parches», «Juan Carlos, nuestro trabajo está en las carreteras»); a la agricultura («Menos cotos y más reforma agraria », «Si nuestra tierra es rica, ¿por qué somos pobres?», «No queremos que el tabaco sea un emigrante más», «Extremadura exporta hombres, electricidad y capital, ¿hasta cuándo?») y otras como «Justicia ya», «Más dinero para puestos de trabajo", «Readmisión para los detenidos de Tabacalera de Palazuelo», «Los taxistas exigimos Seguridad Social»

«Trabajo con urgencia para Plasencia. Más de 2.000 parados.»

Tras la visita de los Reyes a Plasencia una brigada especial de la Policía Armada cargó contra una muchedumbre que se encontraba en la plaza Mayor sin que se conozcan hasta el momento las causas que lo motivaron. A consecuencia de la carga, a primeras horas de la tarde se supo que dos individuos habían sido internados en la, residencia sanitaria de la Seguridad Social y que un miembro de la policía gubernativa también había resultado herido.

Según nuestras noticias, una mujer gestante hubo de ser trasladada a Madrid después de producirse el tumulto.

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En Cáceres, banderas regionalistas

En Cáceres aparecieron banderas, regionalistas de colores verde, blanco y negro durante el acto de recepción a los Reyes por las primeras autoridades de la provincia.

Don Juan Carlos y doña Sofía llegaron en helicóptero al campamento de Santa Ana, desde donde se dirigieron en automóvil hasta el Ayuntamiento, en las inmediaciones de la plaza de España en Cáceres. Tras saludar a los miembros de la Corporación municipal pasaron entre una apretada muchedumbre que había roto los cordones policiales y se abalanzaba hasta los Reyes para estrecharles la mano. El gentío prácticamente asaltó a los Reyes; tanto es así, que doña Sofía perdió el broche de oro que llevaba en el vestido y que recuperó más tarde.

Miles de personas se congregaron en la plaza de España para oír a don Juan Carlos, portando pancartas y dando vítores.

Él discurso del alcalde de Cáceres, señor Díaz de Bustamente, fue motivo de abucheos y gritos de dimisión por parte de los cacereños que están en contra de su gestión.

El alcalde a duras penas pudo leer las dos cuartillas de salutación. Entre otras cosas dijo: «Cáceres no quiere desgranar aquí ahora el rosario ¡limitado de sus más acuciantes necesidades, sino que quiere simplemente que la veáis, señor, como un solo y total problema, el de ser la capital de una provincia muy incipientemente industrial, eminentemente agrícola y ganadera, que marcha detrás de casi todas las capitales españolas en el terreno del desarrollo económico y social. El cacereño quiere un puesto digno en la nueva y eterna España que vosotros representáis y cuando el extremeño quiere, puede; y a la historia me remito, pero en el terreno de la economía nuestro milagro no se producirá sin una ayuda estatal fuerte y oportuna que nos coloque en la línea de salida justa en el gran concierto español.»

Tras el discurso del alcalde de Cáceres, los gritos cesaron, y se escuchó en silencio el discurso del Rey, interrumpido sólo por algunos vítores y ovaciones.

El Rey dijo entre otras cosas: «Conozco y comparto vuestra preocupación por el futuro desarrollo de vuestra ciudad y la de esta provincia y la de toda la región extremeña. Pero nunca han sido las dificultades motivo de desaliento para las gentes de esta tierra. Que la acción del Gobierno al que legítimamente hacéis llegar vuestras aspiraciones encuentre a Cáceres y a toda Extremadura decididos a trabajar sin descanso por su prosperidad y la de toda España.»

Terminado el discurso, la multitud respondió con fuertes ovaciones, mientras parte del público pedía a voces «Menos palabras y más realidades».

Sesión de trabajo

Tras la recepción oficial en el Ayuntamiento cacereño la comitiva real pasé al salón de actos de la Diputación que aparecía abarrotado de público y donde se desarrolló una sesión de trabajo. Los Reyes ocuparon la presidencia acompañados por el ministro de Industria y autoridades provinciales.

La jornada de trabajo se inició con palabras de salutación del gobernador civil. Seguidamente hablaron el presidente de la Diputación y los presidentes de los consejos de empresarios y trabajadores y de la Cámara Oficial Sindical Agraria, quienes expusieron los problemas provinciales, centrados en la desatención de la Administración Central y reclamaron entre otras cosas: reparación total de la red viaria, en pésimo estado de conservación, tanto en las redes nacionales como comarcales y locales; terminación del ferrocarril Villanueva de la Serena-Talavera, «campus» universitario para Cáceres y edificios para las facultades que funcionan en esta ciudad; industrialización en todos los sentidos, sobre todo en el plano agrario; solución para el creciente paro en los diversos sectores que abarca a 10.000 trabajadores, y solución para la emigración que ha originado en los últimos veinticinco años en esta provincia la marcha de 250.000 cacereños.

Igualmente pidieron la instalación del UHF de RTVE, fábricas de cigarrillos y elaboración de tabaco, ampliación de este cultivo, ordenación y mejora de precios agrarios, fábricas de manufacturas de corcho, aprovechamiento de la riqueza minera existente y abandonada, terminación del parador de turismo de Cáceres, acciones compensativas para el trasvase del Tajo.

Tras las intervenciones de las primeras autoridades y de los representantes de trabajadores, empresarios y agricultores, el presidente de la Diputación entregó al Rey un dossier de las necesidades a que se habían referido. Cerró el acto de trabajo don Juan Carlos, quien dijo que le alegraba oír verdades, tener la ocasión de conocer los problemas cacereños. «Diré al Gobierno que se busquen las soluciones adecuadas con mi reconocimiento y el afecto que Extremadura merece del Rey. Trabajad sin desmayo y con entrega porque la Patria os lo agradecerá.»

Después de un almuerzo ofrecido por las dos corporaciones cacereñas la comitiva real se dirigió en automóvil hasta Trujillo para posteriormente trasladarse a Guadalupe.

En Guadalupe, el prior del monasterio, padre Manuel Castrillo, leyó un telegrama del cardenal primado de España.

Tras entonarse una salve popular, Sus Majestades subieron al camarín de la Virgen, donde besaron su manto, firmando después en el libro de oro de la basílica.

Los Reyes marcharon a continuación en automóvil hasta la plaza Mayor de Guadalupe, donde tuvo lugar la despedida oficial por parte de las autoridades. Don Juan Carlos y doña Sofía se trasladaron luego al improvisado helipuerto para emprender viaje de regreso a Madrid en el mismo aparato que les había conducido desde Trujillo, aproximadamente a las seis de la tarde, entre los vítores y aplausos de la multitud que acudió a despedirles.

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