Huelga y libertades sindicales

Se pueden hacer magníficos planes de actuación económica, se pueden buscar recursos extraordinarios para tratar de detener el paro, se puede incluso estabilizar la economía con un costo social alto... Es evidente que todo ello no servirá para nada si no se parte del llamado «pacto social» que haga posible la viabilidad práctica de tales medidas; de nada serviría fomentar las inversiones, sostener la empresa privada, si un estado de inquietud social permanente arroja por tierra todos los esfuerzos.( ... )Todo ello nos parece realista, pero tenemos que volver al principio. Seguimos necesitando el «pacto social» para que las relaciones entre los trabajadores y las empresas no se constituyan en puros enfrentamientos, sino que se conviertan en necesaria cooperación. Para ello hay que partir de la libertad sindical como necesidad previa, de tal forma que siendo la legislación el marco necesario, las relaciones se desarrollen dentro de él con auténtico protagonismo por'

ambas partes, sin más intervenciones del Poder que las que exija el incumplimiento de los principios básicos.

Recordar a los trabajadores cuáles son sus obligaciones sin adelantarles sus derechos sería, además de injusto, inoperante. El pacto necesario nace precisamente del equilibrio entre derechos y deberes por ambas partes.»

6 marzo