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La amnistía total, beneficiosa para el Gobierno

Juan Cruz

La amnistía total cuya aplicación ha anunciado el último Consejo de Ministros del Gabinete de Adolfo Suárez, puede ayudar a resolver los problemas con los que ahora se encuentra el Gobierno en sus diálogos con la Oposición democrática y, sobre todo, en sus relaciones con el PSOE renovado. Esa es la opinión que se tiene en Gran Bretaña, donde un semanario de gran influencia, The Economist, acaba de referirse a la retirada del partido de Felipe González del grupo de los nueve como un hecho que puede tener graves consecuencias en palabras de Ruiz-Giménez.Para el semanario más importante del Reino Unido, otros líderes de la Oposición, retorciendo sus manos como plañideras profesionales, le piden al presidente Suárez que haga las concesiones precisas para que ellos puedan reiniciar sus negociaciones con el Gobierno.

Aparte de la amnistía total, el PSOE pedía la neutralidad de la Administración y de los medios informativos en las elecciones próximas. Para los periódicos británicos, que ayer publicaban el rumor de que Suárez iba a pedir a los ministros que quisieran hacer campaña electoral que dejaran el Gobierno, la mayor parte de esas exigencias están en trance de cumplirse.

Sin embargo, la legalización de los históricos del PSOE cree el Economist, continúa siendo un problema. El Gobierno puede no haber sido totalmente desinteresa do al defender los derechos democráticos de los socialistas históricos, dice el Economist, que hace referencia a la intención de algunos ministros de asociarse con el Centro Democrático y «aprovecharse de los votos que aquel PSOE pueda obtener en el electorado de centroizquierda».

El Economist recoge en su artículo sobre España los resultados de encuestas públicas que sugieren que una izquierda no comunista representada en una coalición de partidos, en la línea del Partido Laborista Británico, puede ganar hasta el 40% de los votos. El paso de los españoles hacia el socialismo es tan obvio, deduce el semanario, que es de tendencia moderada, que «incluso la vivaz duquesa de Cádiz dijo el otro día: «No sé cómo decírselo a mi marido, pero me siento muy, muy socialista». Afortunadamente, concluye el Economist, no tiene que decírselo a su abuelo, que se llamaba Francisco Franco.

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