Los hijos de Kennedy
Los jóvenes. Qué susto, los Jóvenes. No hay, manera de darles el voto a los jóvenes, a los muy jóvenes, a los de dieciocho años, que son verdaderos jóvenes, porque aquí llamamos Gobierno joven a un Gobierno cuarentón. Claro que comparado con lo de antes, oiga. -Es que, antes, la juventud, primavera de la vida era Fraga Iribarne.
¿ Por qué no votan los jóvenes? Me escribe una madre soltera: «Tiene usted mucha razón en defendernos. Mi niña no puede jugar con las demás niñas porque es hija de soltera.» Eso no pasaría en un mundo de jóvenes. Eso nos pasa, sólo, a los hijos de Kennedy, que ya somos viejos. El otro día vi Los hijos de Kennedy, donde Robert Patrick cuenta, a través de un homosexual, su experiencia artística, la experiencia del underground.
-¿Qué era el underground? -me pregunta la dama joven que está a mi lado.
Me estremezco. Ibamos a cambiar el mundo desde el underground, desde debajo de la tierra. Pero las jóvenes damas no saben ya lo que era el underground. Fuimos underground y ahora, señor presidente (el presidente más joven de Europa), le estamos cerrando el paso al nuevo underground, a la juventud. Que siga bajo tierra, tierra incógnita ella misma, sin decir lo que piensa, sin votar lo que quiere. No a la juventud.
Este periódico: se ha preguntado si es que tenemos el voto de los jóvenes. Ternemos a los jóvenes. He estado en un coloquio con Moncada y otras gentes de la democracia:
-La pareja se ha terminado como institución -dice uno.
Y yo, que llevaba media hora teorizando sobre la pareja. Es, cuando uno comprende que también es un hijo de Kennedy, muy a su pesar, señor presidente. Usted y yo somos los cuarentones hijos de Kennedy. Usted, entre el flequillo y las muletas, lleva a veces un Kennedy reprimido, y abulense. Pero éstos ya ni siquiera son los nietos de Kennedy. ¿Por qué no votan los jóvenes?
Siempre hay alguien más joven, como siempre hay alguien más a la izquierda. El presidente más joven de Europa puede quedarse viejo quitando el voto a los jóvenes. Hay una película americana en que llega a la presiderícia USA un cantante pop, y en seguida los niños. del kindergarten, empiezan a llamarle reaccionario. En la década prodigiosa, los felices sesenta, señor presidente, cuando usted hizo su buena carrera política y yo mi mala carrera literaria, hablábamos.de la new frontier y los más concienciados gastaban llavero con el perfil de Kennedy (quizá Juan XXIII por la otra cara) Estos de ahora ni siquiera usan llaves, jefe.
Todo es de todos. Nada de nueva frontera. No; tienen fronteras. Que le dejen a esa niña de la carta jugar con las demás. Parece que todo le está haciendo entre jóvenes: Suarez, Oreja, Esteruelas.
Cambiarlo todo un poco; para que todo siga igual. Pero están ahí los de dieciocho años, mecachis, haciéndonos viejos. ¿Quién teme a la juventud?
Serán adultos para las siguientes elecciones y habrán tenido más años de selva y discoteca. Si han de votar que voten ya. Robert Patrick cuenta que lás niñas (esa hija madrileña de madre soltera) ya no saben quién era Kennedy.
Mientras el senado de los viejos discute pleitos de antes de la guerra, los jóvenes están ahí; silenciosos, hablando con la voz general de la manifestación. Mírelas usted a ellas, señor presidente, las chicas, de nuestra generacion. Gemma Cuervo es un sarmiento sexual y carmesí que se destuerce y muere en escena, como el fantasma de Marilyn. Marisa de Leza es una hippy vieja, embarazada y escéptica que se golpea elvientre con los puños. Ellas han triunfado en el teatro y usted ha triunfado,en la política, pero los hijos españoles de Kennedy, tras hacer las no sé cuántas mil millas de viaje en el submarino amarillo de los Beatles, estamos ya quemados, jefe.
Usted, nosotros, señor Suárez, los de cuarenta y algo no somos más que los hijos de la era de Kennedy, un vago sueño de izquierdas patrocinado por la derecha. La verdad son ellos, jefe. Los de dieciocho años, jefe.
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