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Exportaciones y economía de mercado

La balanza comercial española ha cerrado el ejercicio de 1976, con un déficit de 8.750 millones de dólares y algunos organismos representativos del cuerpo exportador han señalado su preocupación ante la pérdida de competitividad de la exportación española en los últimos tiempos.La pérdida de competitividad es un hecho lo suficientemente grave como para que haya que interrogarse sobre el futuro de la exportación española de continuar, como hasta ahora la inflación galopante que padecemos y que es más de dos veces superior al promedio de los paises de la OCDE.

Lo que ocurre, llegados a este nivel de planteamientos, es que no existe ninguna panacea aceptada por todos, que permitd solucionar el déficit de la balanza comercial, y que mientras algunos dicen que la devaluación -o la flotación de la peseta a la baja- es el único camino para restablecer la competitividad, otros no creen que deba acometerse simplemente tal medida aun aceptando que hoy la depreciación oficial de la peseta seria el mero reconocimiento oficial de la pérdida de capacidad adquisitiva de nuestro signo monetario que se ha registrado. Una devaluación, que es inflacionária por naturaleza, sólo se puede concebir dentro de un plan de estabilización y saneamiento de la economía española que permitiera que no se desbocara nuevas tempestades inflacionarias.

Es evidente que dentro de una óptica de economía de mercado no puede condenarse a las empresas exportadoras -en teoría las más dinámicas- a fa descapitalización y que lo que hay precisamente que hacer es potenciar a nuestro sector exportador, porque con el 49 % de cobertura de las importaciones, por las exportaciones, no vamos a seguir yendo muy lejos.

Con nuestra nula capacidad de ahorro de importaciones -aun en los momentos de atonía inversora interior- devaluar es espolear la inflación y no creo que nadie pueda desearlo, pues, incluso, la gran mayoría de empresas exportadoras son fuertes consumidoras de inputs importados.

Se trata, en consecuencia, de buscar fórmulas para seguir dando balón de oxígeno a las e mpresas exportadoras y permitir que puedan mejorar su productividad con objeto de que puedan seguir exportando a pesar de la inflación diferencial que pueda haber en nuestra contra.

Un artículo como este no da espacio suficiente para sugerir fórmulas y, además, el propio Consejo Superior de Cámaras ha indicado algunas en la línea de mejora de la desgravación fiscal a la exportación, reducción del coste de la Seguridad Social, que recae sobre las empresas exportadoras, y mejores créditos a la exportación.

Desde un punto de vista de ortodoxia económica y de funcionamiento de los mecanismos de mercado mi opción es, sin duda, discutible, ya que tiende a distorsionar -una vez más-, el automatismo de la asignación de recursos, que vendría de un tipo de cambio más realista y una eliminación de las ayudas y estímulos a la exportación.

Creo, sin embargo, que en un país como este, en que el sacrificado contribuyente se ve conminado a subvencionar toda clase de sectores en declive y en que el presupuesto del Estado alcanza el billón de pesetas, ya no viene de treinta o cuarenta mil millones de pesetas más para estimular a la exportación siempre, eso sí, que se intente ganar tiem. o en la tarea paralela de evitar que nuestros precios sigan disparados y de conseguir que nuestras estructuras productivas se acompasen a las necesidades de productividad y competitividad que exigen el poder seguir por el camino de una economía abierta que se inició en 1959.

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