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Disidentes rumanos se suman a la corriente reivindicadora

Un núcleo de disidentes rumanos incorpora su país a la corriente contestataria antiburocrática manifestada ya en todos los países socialistas menos Bulgaria, hasta ahora. La iniciativa rumana consiste en la circulación de una carta abierta a los países que tomarán parte en la cumbre de Belgrado, segunda conferencia para la seguridad europea, el próximo junio.

Los primeros ocho signatarios de la carta rumana piden que se celebre cuanto antes una reunión europea al máximo nivel para estudiar el tema de la defensa de los derechos humanos en cada uno de los países que rubricaron la declaración de Helsinki. Los firmantes son el periodista Paul Goma y su mujer, los pintores Carmen y Sergiu Manoliu, los músicos Emilia y Ervin Gesswein, el obrero metalúrgico Adalbert Feher, y Serban Stefanescu, nieto de un ex ministro del Interior. En la carta se reclama el cumplimiento por el Gobierno de lo establecido en la Constitución. Paul Goma, promotor de la iniciativa, ha subrayado por su parte que no se siente abanderado de ningún movimiento, sino que tan sólo se limita a reclamar derecho ciudadanos fundamentales. En Rumania -ha dicho Goma- no padecemos una ocupación soviética como en otros países socialistas, pero tenemos que sufrir una ocupación rumana, aludiendo al sobrepeso burocrático del sistema.

El periodista Paul Goma, de 42 años, Conoció muy pronto la represión policial en su país. A los dieciséis años fue detenido como sospechoso de disidencia tras haberse manifestado contrario al stalinismo. En 1956 fue detenido por segunda vez junto con otros estudiantes, tras haber organizado manifestaciones de simpatía con respecto a los sublevados en Hungría Tras dos años de cárcel fue enviado al sur de Rumanía, donde permaneció cuatro trabajando

Sus experiencias en la cárcel y en la deportación quedaron reflejadas en su novela Ostinado. En agosto de 1968, un día después de la invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia, y Iras el espontáneo discurso autonomista del jefe del PC Rumano, Ceaucescu, desde el balcón de la sede del partido, Goma y un nutrido grupo de jóvenes intelectuales pidieron el ingreso en el Partido Comunista en 1968, pero la vuelta al burocratismo volvió a proscribir las obras de Goma, que tomó la determinación de publicarlas en Occidente.

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