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Villaescusa escribía un mensaje póstumo en el momento de su rescate

El teniente general Villaescusa escribía una nota, a modo de mensaje póstumo, en el momento de ser rescatado por la policía, según confirmó él mismo ayer, durante una rueda de prensa en el Hospital Militar Gómez Ulla, donde permaneció hasta el mediodía de ayer. A primeras horas de la tarde se trasladó a su domicilio donde almorzó con su familia. Su esposa declaró que había dormido poco, a pesar de que se le administró un sedante, pero se encuentra tranquilo y a gusto, añadió. Los médicos le han recomendado que descanse unos días sin recibir visitas.

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«Estoy realmente emocionado por la acogida que me ha tributado todo el mundo, especialmente familiares y amigos, a lo largo de la tarde de ayer y de la mañana de hoy. El chequeo médico que me han realizado los doctores Valladolid y González demuestra que estoy en buen estado de salud», afirmó ayer el teniente general Villaescusa, al comenzar su diálogo con los informadores en el Hospital Militar Gómez Ulla y antes de que se formulase ninguna pregunta.El teniente general Villaescusa estaba acompañado de su esposa, vestía traje gris y accedió a recibir a los informadores a la una menos cinco de la tarde, después de que un general le hiciese llegar una nota en la que se pedía verle y mantener una entrevista. El señor Villaescusa -al igual que el señor Oriol- aparecía sin su bigote habitual, sonriente, y se produjo con gran amabilidad.

La agencia Europa Press facilita la siguiente transcripción de la entrevista:

A la pregunta de si los secuestradores le habían suministrado las medicinas que exigía su estado de salud, respondió que en todo momento los secuestradores se habían esforzado en darle las medicinas prescritas. Añadió que se había encontrado bien atendido, y que los secuestradores habían buscado en la medida de lo posible facilitarle la comida de acuerdo con el régimen especial que seguía.

Relaciones con los secuestradores

Respecto a las relaciones que había mantenido con los secuestradores en el plano humano, dijo que habían sido cordiales en parte, con juegos de mus y tute en algunas ocasiones, pero muchas veces el instinto marxista -leninista del que hacían gala en sus conversaciones podía producirnos disgusto.

Sobre su estancia con Oriol, contestó que había permanecido once o doce días con él, en la misma habitación, en dos camas paralelas. Conversaban de todo tipo de temas y, más que del secuestro, de la liberación.

Insistió el teniente general Villaescusa en dar las gracias a la policía por lo bien que lo habían hecho en sus investigaciones y rescate, y a la Providencia por el hecho de que no se hubieran registrado bajas durante la liberación, ni por parte de la policía ni por los secuestradores.

Preguntado sobre cómo reaccionó cuando vio que llegaba la policía, el señor Villaescusa aclaró:

«La verdad es que, aunque cuando me liberaron la persona que entró en la habitación me dijo que estaba en libertad y me dio un abrazo, le di las gracias, pero sin demasiada afectuosidad, dado que no estaba muy seguro de que fuera cierto. Se lo creí cuando insistió.»

Estuvimos -añadió- una hora en el piso, antes de que llegara el furgón de la Policía Armada, y ese fue un momento muy agradable.

Preguntado sobre qué pensaba mientras permanecía secuestrado, el teniente general dijo:

Pensé que estaban desarrollando la guerra subversiva en su segunda fase.

Añadió que tanto él como el señor Oriol habían mantenido una plena confianza en el Gobierno, en los militares y en las fuerzas del orden. Insistió en su confianza en Dios y en el Gobierno. Dio expresamente gracias a la Virgen de Lourdes, en cuya festividad se ha producido la liberación.

Escribía un mensaje póstumo

Más adelante dijo que había momentos en que podía permanecer a solas tanto cuando se encontraba en solitario, como cuando estuvo pon el señor Oriol.

Sobre los mensajes de los GRAPO, manifestó que sólo había podido escribir un mensaje al teniente general Gutiérrez Mellado, y que el principal objeto de la misiva había sido tranquilizar a su familia sobre su estado. Añadió que había escrito también dos cartas directamente a la familia, pero no se las habían dejado enviar por correo.

A la pregunta de si había sentido alguna vez que podía morir, dijo que tanto el señor Oriol como él sabían que tenían el 50 % de posibilidades de salir con vida, ya que los secuestradores habían dicho que en caso de que intentaran liberarles, serían los primeros en caer.

Por otro lado manifestó que, en el momento en que fue liberado en el que, como es sabido, escribía un mensaje, redactaba una especie de mensaje póstumo, para el caso de que no fuera encontrado con vida.

Interrogado sobre si conservaba el texto del mensaje, el señor Villaescusa declaró: Por supuesto, y añadió, sonriendo: Pero no se lo voy a dar a usted.

Lavado de cerebro

Por último, el teniente general Villaescusa, refiriéndose a lo que implicaba el secuestro en su vida, y si éste le había afectado, declaró que indudablemente un secuestro es como un lavado de cerebro. Añadió que tanto tiempo en manos de unos secuestradores, con unas ideas constantemente flotando en el aire, tenían que hacer mella. A ese lavado de cerebro -dijo- tiene que sucederle otro, o no propiamente un lavado de cerebro, sino algo parecido, algo que restaure el equilibrio normal. Dijo también: Al ser liberado se piensa en aquello, en aquellos días..., pero no es lo mismo.

En este momento, el señor Villaescusa manifestó su deseo de suspender la conversación, ya que el tema de los GRAPO sigue siendo materia reservada. Declaró que el teniente general Alvarez Arenas Pacheco, ministro del Ejército, había dejado a su criterio si acceder o no a la entrevista solicitada por los periodistas, pero que le había advertido que no hiciera declaraciones que pudieran comprometer las investigaciones.

El teniente general se levantó entonces, y uno por uno fue saludando a todos los periodistas presentes. Visiblemente emocionado, dio una vez más gracias a toda la prensa, e hizo una alusión a Radio Nacional, declarando que una de las mayores emociones que había sentido en la vida fue cuando pudo escuchar la voz de su mujer a través de la radio, enviándole un mensaje.

La señora de Villaescusa declaró por último, en un aparte, que su esposo se trasladaría hoy a su casa, al estar perfectamente de salud.

A lo largo de la entrevista, el teniente general Villaescusa se emocionó visiblemente en dos ocasiones: cuando aludió a la festividad en que fue liberado, día de la Virgen de Lourdes, y cuando hizo alusión a la labor de la prensa a lo largo de los días en que duró el secuestro.

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