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Tribuna:Coyuntura económica internacional
Tribuna
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Que mejoren ellos

Parece que los economistas están de acuerdo en que el año 1977 va a ser menos bueno que el extinto 1976. Porque 1976 ha sido un año bastante favorable para las economías industriales del mundo occidental, aunque esto sea desconsolador para los españoles. En efecto, puede verse en eI cuadro (para 1976, estimaciones; para 1977, previsiones), que la OCDE en su conjunto ha recuperado en 1976 el ritmo de crecimiento tendencial, 5 %, ritmo de por sí alto, que no se alcanzaba desde 1973. El nivel de precios al consumo de la zona ha aumentado más rápida mente de lo acostumbrado, pero hay que tener en cuenta que se ha absorbido una ruptura de la evolución de los precios de la energía y de las materias primas que no tiene muchos precedentes en la historia. En casi todos los países de la OC DE, sin embargo, el paro continúa siendo muy elevado y ha experimentado modificaciones muy ligeras en relación con los niveles anteriores. Por otro lado, la evolución del comercio mundial, medida por las exportaciones del área, no ha mostrado una elasticidad tan fuerte con el ritmo de crecimiento del PNB como en el pasado. Ha habido, pues, una recuperación evidente, pero ha sido una recuperación como insegura, preocupada, introvertida, y por lo mismo, no generalizada. Las cifras globales ocultan, en efecto, trayectorias muy dispares, según las cuales, unos países, los menos, pero los de más peso, pueden presentar resultados muy brillantes, y otros, los más, resultados insatisfactorios.

Inseguridad de la inversión

Estas impresiones vienen confirmadas por la marcha de la inversión. En un buen ciclo de los de antes, la inversión seguía incontenible y decidida al tirón expansivo de la demanda final. Ahora no ha sido así. La formación de capital no acaba de despegar del todo y su recuperación muestra un retraso inquietante con respecto al comportamiento registrado en fases expansivas anteriores. Ciertamente, las autoridades económicas, traumatizadas por la subida de precios de 1974 y 1975, no han practicado políticas abierta y rotundamente expansionistas, y esto ha creado una zona de inseguridad que el empresariado no se atreve a franquear. Pero hay algo más también; es una cierta Impresión de que la economía ha pasado un gran peligro y de que están cambiando las condiciones hasta ahora vigentes en el desarrollo económico del mundo. Curiosamente, en esta perspectiva del gran largo plazo no faltan a veces noticias optimistas, tales como la inflexión de la curva de crecimiento de la población mundial, que se ha detectado desde 1970 a 1975, lo que, dice un experto, no ocurría desde el neolítico. Ahora, claro, estos son factores que tardan en ser incorporados al juego de las decisiones cotidianas.

Previsiones 1977

Volviendo entonces, con nostalgia, a las proyecciones para el año 1977, se admite con generalidad que la tasa de aumento del PNB será algo menor que la de 1976. El ritmo de los precios y el nivel de paro variarán muy ligeramente y no se espera una expansión clara de la inversión. El déficit corriente de toda la zona sería de unos 17,5 miles de millones de dólares, incluyendo la reciente subida de los precios del petróleo. Algunos países discuten estas previsiones en lo que a ellos se refiere, pero la visión de conjunto parece sólida. Lo que en cambio es importante destacar es que la zona de los países industriales seguirá dividida en dos bloques muy distintos, en uno de los cuales estarían Estados Unidos, a República Federal y Japón, con tipos de crecimiento más fuerte, niveles de saldo exterior positivos o confortables y tipos de inflación limitados, y otros grupos que, con dos o tres diferencias, respondería a un esquema de crecimiento bajo, dificultades exteriores y tasas de inflación todavía muy fuertes. Llevaría mucho tiempo explicar por qué las cosas están ocurriendo de esta manera, si es que fuera posible explicarlas. Pero lo que resulta claro a la hora de escribir es que los países en peor situación no pueden esperar una ayuda de los países «buenos» en la forma de un incremento de actividad que diera salida a la crisis por la vía de la expansión de sus mercados de exportación. Por motivaciones internas (el nivel de paro), y siempre bajo la amenaza de reavivar la inflación, algunos de los países que van bien parecen más dispuestos que otros a realizar una política compensadora, pero no parece que estas acciones, aun siendo útiles, vayan a resultar determinantes para provocar una mejora de las economías «malas».

El caso español ilustra casi exageradamente la idea de que la mejora de la situación interior de un país depende más de su propia conducta que del impulso exterior. El cuadro muestra que en los tres años en cuestión, el ritmo de crecimiento de la economía española será menor que el de la OCDE (incluso si se aceptan las previsiones de crecimiento para 1977 de los expertos nacionales, que son más altas que las de la OCDE), las subidas de precios mucho mayores, y que la marcha de la exportación ha perdido el dinamismo diferencial que presentaba desde 1963-64.

Espejismo exterior

Esta desaceleración del crecimiento de la exportación es un fenómeno verdaderamente grave, porque en el aumento de la exportación (que comparada con el PNB es muy baja) se cifraba la esperanza de corregir el déficit comercial y el déficit exterior total. Esta ruptura de tendencia aparece así como hecho antinatural, una mutación perversa y prematura de nuestra estructura económica, que había resuelto con tanta fortuna el problema de financiar su despegue industrial sin incurrir en un endeudamiento excesivo. Y desde luego se ve ahora que la causa de esta desviación hay que buscarla dentro del país, en la carrera desbocada de los precios sobre todo, y no en unas condiciones del comercio internacional que evolucionan casi con normalidad.No basta, por tanto, con que mejoren ellos.

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