En defensa de «El rastrillo»

Me creo obligado a protestar por el artículo de Francisco Umbral dedicado a El rastrillo.

Ante el artículo, demagógico, grosero, falso en su casi totalidad -a muchas de las colaboradoras y colaboradores con los que también cuenta El rastrillo-, les habrá sin duda producido irritación, cuando no risa, la denominación que de institución del franquismo y último baluarte del viejo régimen hace Umbral- cabía entre otras adoptar las siguientes resoluciones:

1) Ignorarlo.

2) Ejercitar la correspondiente acción ante los tribunales.

3) Corresponder al grave insulto que Umbral hace a las colaboradoras de El rastrillo, a simple título de hombre o marido que no consiente que se insulte a su mujer.

Pienso sin embargo, que tal vez lo mejor sea mi protesta ante la dirección y lectores de ese periódico.

No creo que una eventual satisfacción ante los tribunales de justicia, puedan corregir el profundo resentimiento que de manera permanente fluye de Umbral.

Creo por otra parte, que si bien la dirección de un periódico no tiene por qué responsabilizarse de las ideas de sus colaboradores, sí debe velar en todo momento por que en su letra impresa, se guarde el decoro y respeto ajenos que desgraciadamente suelen estar ausentes en los artículos de Umbral.

Ignoro, y con ello termino, si por la dirección de El rastrillo se tomará alguna medida para responder a su colaborador. Lo que si puedo señalarle, es que si El rastrillo se lo cargaran, evento de cuya posibilidad parece dudar Umbral, y aquí también puede que se equivoque, dudo mucho que nadie, incluidos los que cita en el artículo pudieran «desde ya» facilitar vivienda, alimento, estudios y trabajo a los centenares de jóvenes a los que se lo presta El rastrillo.