El neofascismo, en busca de una nueva estrategia
En un palacio de los congresos romano casi destruido por las bombas al fósforo de los nuevos partisanos de extrema derecha, el Movimiento Social Italiano Derecha Nacional inauguró ayer su undécimo congreso político con la asistencia de 1.800 delegados y unos trescientos periodistas invitados, incluso uno de la agencia soviética Tass.Los neofascistas han querido con ello recoger el desafío que supuso el atentado contra el palacio. Es éste, además, un escenario adecuado, porque el congreso tratará sobre todo de las derrotas electorales coleccionadas por el partido estos últimos años y de la grave escisión aparecida con la creación de la Democracia Nacional. Los rebeldes moderados Ernesto de Marzio, Mario Tedeschi y Nencioni, cajero del partido y allegado a empresas petroleras, se han llevado diecisiete de los 34 diputados neofascistas y ocho de sus quince senadores.
El congreso reviste importancia porque tendrá que dar una nueva estrategia política al sector. Marca, ante todo, el fracaso de la política que Almirante inició en 1970, cuando se agotó el centro-izquierda con el milagro económico y creció la rebelión del sur del país. Almirante soñaba con crear una gran derecha, alternativa del régimen, que se encontrara con la Democracia Cristiana en el poder.
Las elecciones administrativas de 1971 demostraron que el voto moderado reforzó a la Democracia Cristiana y la socialdemocracia. La creación, al mismo tiempo, de una derecha nacional, que confluyó con el Partido Neofascista, inspiró entonces a Almirante la política de la chaqueta cruzada o el guante blanco; o lo que es lo mismo: la de alimentar por una parte el choque físico y por la otra mostrarse un gran caballero salvador de la patria.
Al congreso, que durará hasta el domingo, se presentan tres corrientes o mociones: la de Almirante, el viejo líder fundador, que cuenta con un 76 % del partido; la línea futura de Pino Rauti, con un 16,5% (con Orden Nuevo), sueña un nuevo Estado bajo el lema autoridad, orden, disciplina, jerarquía, selección, competencia, y la de Anderson, con un 6,7 %, que con Rauti puede acentuar el extremismo del partido.
Romualdi, fiel de Almirante, ha declarado: La Democracia Cristiana no es recuperable para un bloque auténticamente anticomunista y, por eso, hay que combatirla.
Una iniciativa fundamental del congreso será pedir que voten los cinco millones de italianos emigrados. La llamada Asociación de Alpinos está ya recogiendo las 50.000 firmas necesarias para introducir una ley por iniciativa popular. Según el director de Il Giornale, Indro Montanelli, que apoya el proyecto, cuatro millones de esos italianos emigrados reforzarían los partidos democráticos que sostienen la aparentemente tambaleante democracia italiana.
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