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La diplomacia española relanza la política mediterránea

El ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, regresó a las cuatro menos cuarto de la tarde de ayer a Madrid, en avión procedente de Túnez, después de dos días de visita oficial en aquel país, en el curso de la cual se ha entrevistado con el primer ministro tunecino y su colega de Exteriores, centrando sus conversaciones en las relaciones bilaterales; la situación de la cuenca mediterránea y la cooperación entre los países árabes y europeos.

Tanto el ministro tunecino de Asuntos Exteriores, como el primer ministro, señores Chatty y Nouira, se han mostrado interesados, en el curso de sus conversaciones, con el ministro español de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, por el proceso de reforma política que ha seguido al fin del período de poder personal de Franco. El interés de ambos es comprensible, puesto que Túnez se encuentra abocado a un proceso semejante, dado que la salud del «combatiente supremo» y líder de este país, Habib Burguiba, preocupa extraordinariamente. Burguiba se halla convaleciendo de diversas afecciones en una clínica suiza, aunque se le espera pronto de regreso en su país.La eventual sucesión de Burguiha presenta problemas de tipo internacional, puesto que el líder histórico de Túnez desarrollaba, una función de equilibrio, moderación y conciliación en el Magreb, en el conflicto de Oriente Medio y en el Mediterráneo central.

Tanto el señor Nouira como el ministro Chatty han dado particular relieve en sus conversaciones con Oreja a la cooperación necesaria entre Europa y el mundo árabe.

«La situación en la cuenca del Mediterráneo -dice el comunicado conjunto emitido ayer, al final de la visita oficial de Oreja, de día y medio de duración- ha sido objeto de un examen en profundidad, por parte de los dos ministros de Asuntos Exteriores. Ambos han reiterado la preocupación común de sus gobiernos por obrar sin descanso en favor del entendimiento y de la cooperación entre los países ribereños de la región. Ambos han subrayado la necesidad que tienen todos los países del Mediterráneo de promover su cooperación y de reforzar su solidaridad a fin de que el Mediterráneo vuelva a ser una zona de paz y de concordia, por el bien de la humanidad entera.»

Lo conversado por los dos ministros podrá ser tenido en cuenta durante la próxima conferencia, de la Liga Arabe, que se ocupará del diálogo euro-árabe, y que será presidida por el ministro tunecino.

Ayer por la mañana el ministro español se entrevistó con Nouira, y ambos abordaron en su conversación los aspectos económicos de la cooperación entre los dos países.

El señor Nouira es un antigua presidente del Banco Nacional Tunecino, y es considerado un político con predominante vena tecnocrática. Los dos ministros de Exteriores firmaron, igualmente, en la mañana de ayer, un acuerdo aéreo para el establecimiento de vuelos regulares entre Madrid y Túnez. Se considera probable que sea la compañía Iberia la que cubra esta línea regular.

Independientemente del alcance económico de lo conversado entre los dos ministros, se debe señalar, sin embargo, que el mayor significado de esta visita radica en que constituye una apertura diplomática lanzada por España, con vistas a procurarse una dinámica mediterránea que corrija el peso algo pasivo que juega actualmente en los negocios europeos y atlánticos. Con el horizonte del Mercado Común poco prometedor para España, con el asunto de la OTAN pendiente aún de una clarificación interna, pero urgido por Estados Unidos y la República Federal de Alemania, y con el proceso de acercamiento diplomático al conjunto europeo, ralentizado por los imponderables de la evolución interna española, el Ministerio de Asuntos Exteriores y aun la Presidencia del Gobierno desean, al parecer, explorar todo el potencial contenido en una política mediterránea y de ahí la presencia en el comunicado conjunto de la expresión «una zona de paz y de concordia» como objetivo para el Mediterráneo, y la alusión al «espíritu de equidad» que ha caracterizado la actitud española ante el conflicto de Oriente Medio. En este contexto no se considera posible el establecimiento de relaciones entre España e Israel, más que pasando por las resoluciones de las Naciones Unidas que se refieren a la retirada de aquel país de los territorios ocupados, y el reconocimiento de los derechos legítimos del pueblo palestino.

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