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Testamento político del presidente de la Comisión Europea

«A pesar de la crisis, la Comisión Europea ha contribuido a salvaguardar las realizaciones de la CEE», declaró el francés François-Xavier Oriolí, presidente de la Comisión Europea, en su última conferencia de prensa, antes de ser sustituido en su cargo, el 1 de enero por el británico Roy Jenkins.Ortolí, que conservará un puesto de vicepresidente entre los trece miembros de la nueva comisión, trazó un panorama sombrío de la realidad político-económica de los nueve.

La cohesión interna entre los países miembros de la CEE y el papel de Europa en la escena internacional, fueron los capítulos preferidos de Ortolí, en el curso de su «testamento» político como presidente de la Comisión Europea.

«Es evidente que la CEE a nueve es distinta de lo que era la CEE a seis. Antes de pensar en la ampliación de la Comunidad, con la entrada de nuevos miembros, habrá que reflexionar sobre las perspectivas de una CEE ampliada», dijo Ortolí, en relación con la posible candidatura de Portugal y España, en un futuro próximo.

La Comisión confirma la idea expuesta por algunos gobiernos de países miembros, que prefieren consolidar la Europa de los nueve, antes de convertirla en la Europa de los doce, con la entrada previsible de Grecia, España y Portugal, en el «club» comunitario.

El presidente saliente de la Comisión Europea recordó las dificultades de la CEE en la actual crisis, «la más importante de los últimos treinta años». La asimilación de los tres nuevos miembros, Gran Bretaña, Irlanda y Dinamarca, y la «renegociación» impuesta por el Gobierno laborista de Harold Wilson, del tratado de adhesión de Gran Bretaña a la CEE, no facilitó la empresa comunitaria.

La carencia de una política energética entre los nueve es uno de los problemas más graves de la CEE. Reforzar la política energética interior -en una CEE que depende del exterior en petróleo y materias primas- debería ser objetivo primordial de la nueva Comisión Europea.

Sin embargo, que la CEE sólo podrá hacer respetar sus puntos de vista en Washington si se muestra coherente en sus posturas. El diálogo «Norte-Sur» entre países industrializados y países en vías de desarrollo, en busca de un nuevo orden económico internacional, debería ser el campo de batalla para afirmar la personalidad europea. Desgraciadamente, hasta el momento, los nueve, muchas veces en orden disperso, han ido siempre a remolque de las teorías norteamericanas.

François-Xavier Ortolí repitió sus conceptos de mayor atribución de poderes políticos a la Comisión Europea «que debería jugar el papel de Gobierno europeo». Un llamamiento, al que los gobiernos nacionales harán oídos sordos. Ningún país europeo está dispuesto, hoy por hoy, a ceder parcelas importantes de su soberanía «nacional» en pro de una verdadera unión europea, no sólo económica, sino también política y social.

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