Mejora de retribuciones de los subalternos
Por una orden ministerial de Trabajo publicada en el Boletía Oficial del Estado del martes último se han aprobado las nuevas retribuciones de los banderilleros, picadores, puntilleros, mozos de estoques y ayudantes de éstos. La nueva tabla salarial es, naturalmente, muy amplia, y no la vamos a recoger aquí, pero sí convendrá hacer algunas consideraciones:
La primera de ellas es que, por primera vez, se atiende la vieja aspiración de los subalternos de que una modalidad de su retribución dependa de la categoría de la plaza en que actúan. La segunda, que no se ha recogido la petición de la agrupación sindical correspondiente, de que todos los subalternos cobraran por corrida de toros 25.000 pesetas, sin distinciones. En ningún caso llegan los honorarios á esas 25.000 pesetas (el máximo es de 16.154) y además se hacen distinciones.El nuevo texto legal da opción a subalternos y auxiliares a que perciban como retribución mínima la que les sea más beneficiosa, atendiendo bien al criterio de que queden determinadas por la categoría del matador a cuyas órdenes figuran, bien por la de la plaza en que intervienen en cada caso. Como los espadas están clasificados en tres categorías y las plazas en cuatro, cabe una serie de combinaciones que los profesionales estudiarán para aplicarlas en las diversas situaciones correspondientes.
Pero tras un primer repaso de la tabla salarial nos hemos fijado en el gasto de cuadrilla que resultará para cada matador, tanto si nos atenemos al criterio de su categoría específica como al de la plaza donde se celebra la corrida, si aquélla es de primera. El resultado es el siguiente:
Gastos de cuádrilla, si se atiende a la categoría del matador: matadores del grupo especial (con dos picadores y un banderillero fijo, que tiene sueldo menos): 75.436 pesetas. Grupo primero (el mismo caso, con otros salarios): 60.579. Grupo segundo (un picador y dos banderilleros fijos y uripicador y un banderillero libres): 48.006. Grupo tercero (un picador y un banderillero fijos, un picador y dos banderilleros libres): 42.597.
Cuando los subalternos se acojan a la categoría de la plaza, si ésta es de primera, los matadores tendrán los siguientes gastos de cuadrilla:
Grupo especial: 61.595 pesetas. Grupo primero: 61.595. Grupo segundo: 59.557. Grupo tercero: 59.551.
Podemos comparar ambas escalas. Está claro que los subalternos optarán por que se les aplique el criterio de la categoría del matador cuando actúan con figuras del grupo especial. Pero en los restantes casos optarán por la categoría de la plaza, si ésta es de primera. Con la particularidad de que las diferencias salariales entre los grupos son en este caso mucho menores y, tomados dos a dos, inexistentes. Hay que saber ahora. si los matadores modestos (y por definición lo son los de los grupos segundo y tercero) podrán afrontar este incremento del gasto con los muy cortos honorarios que perciben.
Creemos que para estos toreros se va a plantear un problema serio, pues la subida es importante. A título de ejemplo, frente a las 60.000 pesetas que un matador de¡ primer grupo tendrá ahora por gasto de cuadrilla, con los honorarios anteriores, que estaban vigentes desde mayo de 1975, el gasto era de 47.700 pesetas, La diferencia, en un matador del tercer grupo, es de 42.597 pesetas a 33.540, o de esta cantidad a 59.551 pesetas, si el criterio que se aplica: es el de categoría de plaza (las de primera).
Por supuesto que estas consideraciones no suponen crítica alguna a la lograda y sin duda necesaria mejora de sueldos que han obtenido los subalternos, pero quizá ésta hubiese tenido mejor acomodo si, como proponían, aquéllos no estuvieran a cargo de los matadores, sino de las empresas. La orden ministerial no lo recoge así, quizá porque hubiera hecho necesario el planteamiento de otros supuestos: por ejemplo, si las empresas iban a hacerse cargo de¡ pago de honorarios a estos toreros, seria lógico que, en contrapartida, quedara a su arbitrio quiénes debían formar parte de cada cuadrilla, y no venirles impuestos por los matadores. Aquello de que «el que paga, manda», aquí tendría que ser verdad.
Volvemos a lo que tantas veces hemos defendido desde estas páginas: todo será desequilibrio en el espectáculo taurino mientras sigan vigentes las estructuras arcaicas que, con muy pocas -y desde luego, no sustanciales- variaciones, persisten desde los tiempos de Josef Delgado, Illo, y más allá. La supresión de cánones de arrendamiento de los cosos, el establecimiento del estatuto profesional de los protagonistas de la fiesta, son pasos que, entre otros, hay que dar con urgencia para que en ella haya algo que se parezca a la justicia social y, si me apuran, también toreo.
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