Salvar la Sala Doré
El cine es una industria y, a veces, un arte, un medio de expresión o de comunicarse con los demás. En español, además, un cine es, en lenguaje castizo, el local comercial donde se proyectan películas La misma palabra sirve -con distintos artículos- para designar, a la vez, el lugar y el espectáculo.
Ir al cine significa muchas cosas aunque todavía haya muchas personas que siguen yendo a un cine concreto, a una sala determinada por razones tan varias como su programación o su comodidad y, cada vez menos, por fortuna, para encontrar un ambiente apto para el intercambio afectivo. Los cines son, a menudo, inseparables de las películas y la simbiósis óptima entre ambiente y proyección produce resultados benéficos en el público, y grato recuerdo para la nostalgia.
Cuando un cine se muere no suele ser por falta de espectadores o por otras razones intrínsecas a su programación -aunque también se den excepciones-, sino por la competencia desleal de la especulación urbana o la desidia de los propietarios.
Mi compañero Antonio García Rayo ha denunciado, en las páginas de Opinión, la inminente muerte de la sala Doré, de Madrid, y creo que el asunto es lo suficientemente grave como para que todos los interesados en la supervivencia de este mágico y curioso espectáculo unamos nuestras voces a la suya para pedir a quien corresponda la salvación in extremis de este local, ya que no hemos llegado a tiempo de salvar otros muchos, demolidos sin piedad porla infame piqueta, y sustituidos por espantosas edificaciones consumistas.
No se trata sólo de sentimentalismos ni de compasión fuera de lugar, sino de un empeño -perfectamente legítimo, a mí modo de ver- para conservar los testimonios valiosos de un pasado cercano. El cine no se agota en el espectáculo en sí, sino que se prolonga en los carteles, las fotografías, los programas y folletos de mano, la publicidad, los cartelones pintados de¡ local, su arquitectura interior, el diseño de sus elementos fundamentales, las características de su sistema de proyección... y todo lo demás.
Amar al cine puede ser un ejercicio inmoderado o una expresión de salud mental, según los casos. Salvar al Doré -cuando todavía estamos a tiempo de conseguirlo- es un objetivo sano y deseable, que podemos conseguir entre todos.