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El PC italiano, hacia su "democratización" interna

El comité central del Partido Comunista clausuró ayer una sesión que ha durado dos días, sin que el secretario, Enrico Berlinguer haya ilustrado, como se esperaba, el nuevo modelo de sociedad que intenta proponer a los italianos para salir de la actual crisis.

Berlinger había anticipado su intención de precisar ese modelo en su reciente entrevista con el órgano ideológico del partido Rinacísta. El comité, sin embargo, se ha limitado a discutir un informe del encargado de la organización del partido, Gianni Cervetti, un líder que habla el ruso, ha estudiado en Moscú y es amigo personal de Berlinguer. De ese informe se ha dicho: pensado en ruso y traducido al italiano; menos Lenin y más Berlinguer.

Algo de eso hay. Con este comité, el partido, más que replicar al reciente consejo nacional democristiano, se prepara para la elección de sus congresos regionales en marzo próximo.

Replica pues, sobre todo, a quienes, incluso desde el bando democrático, le preguntan al Partido Comunista con insistencia por su identidad y su ideología. El partido, que cuenta con 1.814.000 afiliados (entre ellos 424.000 mujeres), se preocupa en primer lugar de su organización interna.

El problema fundamental es ser un partido de Gobierno sin abandonar la lucha obrera, abierto además a todos los grupos sociales. Aunque la participación obrera en los cuadros directivos haya pasado actualmente de un 39, 5 % a un 39, 8 %, en las federaciones ha bajado de un 33 % aún 24, 9 %.

Cervetti, tras exigir rigurosa disciplina y mayor empeño obrero, ha tratado sobre la nueva relación de un partido nacional con el internacionalismo. El Partido Comunista Italiano dice que no cree en modelos de construcción del socialismo, sino en un desarrollo original. Para ese desarrollo original, Cervetti ha propuesto que, a fines de febrero próximo se celebre la octava conferencia nacional obrera, con el fin de propiciar una mayor democracia interna, para lo cual se instituiría un consejo nacional, que aligere el trabajo del comité central y de la secretaría, y que haga más funcionales las relaciones con los demás grupos parlamentarios.

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En resumen, por el momento el comité central del Partido Comunista ha criticado y detestado tanto el radicalismo hecho de ansias, prisas y precipitaciones, como el conservadurismo hecho de fáciles componendas, improvisaciones y aproximaciones. Un comité central más técnico que revolucionario, en pocas palabras.

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