Gerardo Martínez, Juan Santiago y Francisco Amaya,
fueron sorprendidos por la policía barcelonesa en el interior de una cloaca, dos de ellos «en paños menores y otro con pantalón corto», alumbrándose «con un carburo» y portando «un cubo, una criba y una pala». Los hombres manifestaron que recorrían las alcantarillas de la ciudad, que conocen muy bien «por haber nacido en el Somorrostro», a la busca de metales, chatarra y monedas «que bajan disueltas con el detritus». Y es que ni en las alcantarillas le dejan ya a uno tranquilo.
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