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Crisis interna en la Democracia Cristiana italiana

La tregua que la Democracia Cristiana y comunistas se habían concedido a raíz de las elecciones del 21 de junio último, para permitir la formación del Gobierno de Giulio Andreotti, parece haber saltado en el aire.

Una virulenta declaración del presidente del Senado, Amintore Fanfani contra los «satisfechos del abstencionismo», es decir, de un Gobierno que vive gracias a la benevolencia de los partidos adversarios y sin una propia mayoría, ha establecido un clima de guerra fría.Según Fanfani, que con estas declaraciones ha roto con un silencio de casi seis meses, la inestabilidad de la situación gubernamental podría conducir a una tercera disolución anticipada de las Cámaras en algo más de dos años, para remediar la «anomalía» del Gobierno Andreotti.

Todo parece indicar que se trata de una ofensiva en regla de ciertos sectores democristianos, que no sólo buscan radicalizar las posiciones en torno al Gabinete de Giulio Andreotti, cuya apertura a los comunistas es mal vista por sus correligionarios, sino, también, provocar el cambio en la cumbre del partido, defenestrando al actual secretario, Benigno Zaccagnini.

Desde hace quince días, Zaccagnini es asaetado por las críticas de diversos sectores de la Democracia Cristiana. Primero, por dos líderes de la izquierda democristiana, Ciriaco de Mita, y Carlo Donat Cattin; luego, por Amintore Fanfani, y, ahora, por un delfín de este último, el actual ministro de Asuntos Exteriores, Arnaldo Forlani.

Para Forlani, Zaccagnini y sus colaboradores no tienen ni han tenido nunca una línea política original y diversa, con lo que la Democracia Cristiana ha perdido su iniciativa política, que hoy está en manos del PCI.

Paro de dos millones de funcionarios

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Dos millones de funcionarios estatales y paraestatales hicieron ayer una huelga de veinticuatro horas, en protesta por la negativa del Gobierno a negociar un nuevo convenio colectivo.La acción reivindicativa afecta a los funcionarios de la administración ministerial y local, telégrafos, teléfonos, empleados de los monopolios, personal docente y no docente de escuelas y universidad, y trabajadores de los hospitales.

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