Las sonatas para violín y piano de Mozart

Una característica sobresaliente de este otoño discográfico español está siendo la aparición de álbumes con grabaciones integrales de los compositores clásicos referidas a sus producciones sinfónicas, vocales, de cámara, concertantes, etc. El fenómeno de las obras completas, iniciado en el campo literario se ha ido extendiendo en los últimos años al musical con cierta profusión.Con los incovenientes para el discófilo que, en muchos casos posee ya algunas de las piezas contenidas en álbum, es éste, sin embargo, un excelente medio para hacerse con músicas difícilmente encontrables por separado. La música de cámara, tan abandonada entre nosotros, es la parcela más favorecida por el procedimiento.

La pasada semana escribía sobre la grabación de los cuartetos de cuerda de Schubert. La presente, la casa Basf ha publicado los de Mendelssohn y los Tríos para piano de Beethoven. El sello Decca lanza estos días los Quintetos de cuerda de Mozart y gran parte de los Cuartetos de Beethoven, como lo está haciendo Movieplay. Creo que Décca también prepara el lanzamiento de las Sonatas para violín y piano de Mozart, en lo cual coincide con la firma Philips, que acaba de publicarlas en espléndida edición. Es precisamente esta grabación sobre la que deseo extenderme hoy.

Si cualquiera de los álbumes citados anteriormente (excepto el de los cuartetos de Mendelssohn) presentaba grabaciones parciales o totales de su música en nuestro mercado, las sonatas para violín y piano de Mozart eran terreno incomprensiblemente virgen.

La discografía mozartiana ha crecido proporcionalmente al descubrimiento de Mozart por la juventud más inquieta de Europa. Tras la admirable versión, por la Academy qf St. Martin-in-the-Fields de 31 sinfonías de juventud (Philips 6747099/08), aparece ahora Lucio Silla (Basf 9493191), la última de las producciones de Mozart para Italia.

El viejo cliché de un Mozart distinguido, alegre, cortesano, académico, ha ido dando paso los últimos tiempos a la verdadera imagen del artista profundamente renovador. Un artista que ha sabido recrear los viejos moldes con su infalible sentido del equilibrio constructivo, su lógica y coherente imaginación. La inmensa obra de Mozart constituye un caudal de espiritualidad pocas veces superada por otro creador. Cuando nos hemos familiarizado con ella podemos captar, en medio de la ligereza, la elegancia, la perfección que emana, la grandeza de un alma profundamente humana y cordial.

Mozart escribió 36 sonatas de violín y piano. Todas las comprendidas entre la kv 6 y la kv 46 pertenecen a sus años infantiles y, juveniles. Son más bien sonatas para clave que pueden tocarse con acompañamiento de violín como rezaba su título al ser publicadas como Op. 1 en París.

La presente grabación, que comprende seis discos de larga duración, incluye únicamente las dieciséis sonatas que van desde la en do mayor, Kv 296 (1778) a la en famayor, Kv 547 (1788). Se incluyen también las 12 Variaciones sobre La bergére Célimene, Kv 359 y las Seis variaciones sobre Hélas, j'ai perdu mon amant, Kv 360. Faltan las tres sonatas inacabadas -del año 1782, Kv 402, 403 y 404, y la Sonata en sí bemol mayor Kv 570, cuya parte de violín no es de Mozart.

Nos encontramos pues ante la producción más valiosa de Mozart para violín y plano, la cual arranca del grupo de sonatas compuestas en Mannheim y París (1778), don de se pone fin a la preponderancia del plano; se continúa y perfecciona en las cuatro sonatas de Viena, publicadas por Artarla en 1781 (Kv 376 a 380). Se cierra con esas tres obras maestras que son las Sonatas Kv 454, 481 y 526. El bellísimo andante de esta última ( 1787) nos muestra al Mozart claramente prerromántico, que va a irradiar Sturm und Drang hasta las apasio nadas páginas de la Sonata a Kreutzerde Beethoven. El equilibrio entre plano y violín es ya perfecto, y el elemento concertante, luego presente en la sonata beethoveniana, ha hecho su aparición.

En estas sonatas, las influencias francesas o alemanas, ejemplos de versatilidad creadora, quedan asimiladas y transformadas por el genio personal del compositor. Como ha afirmado Niecks, el mérito principal de Mozart estriba en haber trazado con dec sión y claridad la línea estructural de la sonata, cuyo desarrollo eran incipiente cuando comenzó a componer en 1778, las que él mismo denominaba Clavierduetti mit Violin.

El actual registro, debido a Ingrid Haebler y Henryk Szeryng, es de gran calidad. La pianista vienesa goza de justa fama por sus interpretaciones de Mozart. En cuanto a Szeryng, bien conocido en España, todos sabemos que está entre los mejores violinistas del mundo. Aquí lo demuestra, como lo ha demostrado esta semana en el Teatro Real de Madrid.