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Tribuna
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Ceremonia de descomposición

Asistimos, tal es nuestro privilegio al espectáculo de un mundo que se acaba. El imperio de una razón que se quiere productiva se desmorona irremisiblemente. Poco a poco, la lucidez reconoce un carnaval de máscaras donde antes la obnubilaba la fría geometría de los rostro en un cortejo grave, seguro de sí, de su papel ineludible ante la Historia. La lógica de la producción, ei una sociedad que hoy toma ya conciencia de sus límites, confiere a toda creación carácter utilitario esa es la forma de su racionalidad Los artistas han adoptado dos posturas ante esta concepción de mundo. Por una parte, su glorificación por medio de una actívidad que se siente asimismo racional, utilitaria, y, por otra, la negación de dicho orden, desenmascarando la índole irracional, subyacente a su propia producción. Por debajo de substrato puramente sociológico de las relaciones productivas, el artista, ya desde el automatismo surrealista, da rienda suelta a ese componente irracional de su propia naturaleza, ante el cual la razón no cumple otro papel que el desimple ordenador del caos, estableciendo unas reglas de juego mínimas que impidan que el derroche degenere en aniquilación o pura esquizofrenia.Más o menos así resuelve Luis Gordillo sus viejas tensiones entre razón y sentimiento; un dibujo de técnica meramente automática es más tarde transportado al lienzo en un largo proceso reflexivo. El resultado sería vecino a esos monstruos manieristas que para Hocke son mitad alucinación y mitad cálculo. Sus colecciones de objetos e imágenes componen a un primer nivel un repertorio de ejemplos de aquello en lo que la producción se muestra como eminentemente delirante. Pero su papel frente a ellas, es mas complejo que el de mero testigo de la acusación. Existe enamoramiento hacia unas formas que considera bellas en sí. Un proceso paralelo se da en su pintura. No es tanto que pinte los monstruos que lo rodean, sino que é mismo se siente identificado con ellos como el Gregorio Samsa de Kafka con su nuevo cuerpo de insecto. No se trata, pues, de un, sonrisa complaciente ante la degradación del mundo. Los personajes, imágenes y objetos grotescos son Gordillo mismo o, al menos conforman su mundo a la manera del proverbio oriental que reza «No es la rosa, pero ha vivido con la rosa».

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El único y su espejo

Ironía

Mas, para entender el sentido exacto de esta relación, es preciso adentrarse en un tema clave de universo gordillano: la ironía. E prisma del humor irrumpe en su obra en 1971, a raíz de la crisis de 1969, que lo aparta de la pintura por más de un año, y de la vanguardia tradicional, definitivamente. Las vanguardias artísticas de la posguerra, imbuídas en la fe racionalista de un progreso continuo de las artes y las ciencias, habían ofrecido a Gordillo un panorama ¡limitado en el que desarrollar un proceso individual perfectamente determinado por la marcha de un movimiento general. Una metodología excesivamente racionalizante comienza pronto a asfixiarle, provocando una auténtica crisis de fe respecto a su propio, papel dentro del campo creativo. Por una parte, el substrato ético lo empujaba a creer en la necesidad de una vanguardia didáctica y utilitaria, por otra, siente la necesidad de dar rienda suelta a sus impulsos emotivos, que eran fundamentalmente derroche, esto es, antiutilitarios. Durante la crisis, v a raíz del abandono de la vanguardia oficial, toma conciencia de sus límites y, a través de ello, de los límites del mundo.

Ciudad vacía

Y es justo en este momento cuando la galería Maeght, en su sede barcelonesa. acuña el éxito gordillano con un sello de solera, abriendo sus pqertas a una amplia muestra que reúne los trabajos realizados con posterioridad a su última exposición individual e: dicha ciudad. Buena parte de esta obras resultan inéditas para el público madrileño, que vivió su añi Gordillo dos temporadas atrás Varios son los puntos a destaca respecto a sus producciones de esta última época (1975-76). Por un la do, el abandono real de la ciudad trasladando su residencia a un: casa aislada, a orillas del Duero, ha motivado una evidente desaparición de temas urbanos y de elementos pop en su pintura. Por otro y probablemente en estrecha relación con lo anterior, se evidencia un aumento de la carga lírica en la realización de ciertas obras, con Io que parece ser un proceso de sutilización del componente irónico.

Pero lo que quizás constituye la parte más interesante de lo que aquí se nos ofrece y que supone una vía de evolución radical, dentro de sus investigaciones plásticas, es una serie de dos grandes paneles llamados «Espacios TORTILLA 1 y 2», en la que un conjunto de dibujos en negro sufren un procese de recollage. El resultado es un complejo en el que el espacie pictórico se ve dinamitado. Tradicionalmente, los sistemas de representación espacial, ya se trate de la perspectiva tridimensional renacentista como de la multiplicación de puntos de vista del cubismo. han sido siempre. a fin de cuentas, referidos a un plano único (el del cuadro), que no es sino ese «plano básico» que Kandinsky definía como «la superficie material llamada a recibir el contenido de la obra». En estas «TORTILLAS». en cambio, cada uno de los dibujos ha sido concebido con respecto a un plano básico particular. En el proceso ulterior de montaje, las aristas de los diversos fragmentos impiden, aún más, una completa integración de las partes en el todo. La posibilidad de un «espacio global» de la obra. se ve así desgarrada en una ceremonia de descomposición que nos permite acceder al vértigo de vislumbrar la pluralidad de los mundos. Algo así debe resultar un aIeph.

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