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"La Universidad tiene que ser política"

«Regreso hoy a esta casa tras largos once anos de ausencia.» Con estas palabras inició ayer José Luis L. Aranguren la primera clase de su cátedra de Etica y Sociología de la Universidad Complutense. En el vestíbulo del edificio A de la Facultad de Filosofía y Letras una gran pancarta de saludo decía: «Bienvenido, profesor Aranguren. Amnistía total PCE.»Más de seiscientos estudiantes acogieron la entrada en el aula del profesor Aranguren con una cerrada ovación de tres minutos. Sin más preámbulos, notas y reloj sobré la mesa, comenzó la clase agradeciendo la cordialidad del recibimiento. Tuvo especial recuerdo para el filósofo Javier Muguerza, adjunto a la cátedra, que ocupó el puesto de Aranguren cuando fue suspendido de empleo en 1965, «donde defendió la avanzadilla de libertad académica, de libertad a secas, hasta que terminó el curso».

«Durante estos años no había estado ni en las inmediaciones de la Ciudad Universitaria. Sólo en una ocasión me hice una foto delante de este edificio para ilustrar mi libro Memorias y esperanzas, españolas. Es un título para expresar el espíritu de ahora y mis sentimientos. No se puede vivir sin esperanzas, siempre he tenido alguna esperanza que llegase este día. Memorias de esta casa de mi pequeño es fuerzo intelectual.»

Aranguren no quiso emplear tópicamente el famoso Decíamos ayer de Fray Luis de León, que puede indicar un salto en el tiempo. «En nuestro caso -dijo- sí han pasado cosas importantes en España. Aparte de acontecimientos íntimos, ha pasado una experiencia universitaria americana. Universitariamente pasó un recrudecimiento de la represión en la Universidad y el cambio que ha hecho posible mi presencia aquí. Todo ello no me permite empalmar con el pasado y menos retroceder. Es menester establecer esta ilación que suture el desgarre del tiempo, el encuentro con la Universidad de hoy desde la Universidad de ayer.» Para el profesor Aranguren el reencuentro es con «el sentido social y, comunitario de la Universidad». En este momento comentó la situación física de la Universidad, «con este bien albergado edificio construido durante la República», la Universidad Autónoma que se cae sola y, el edificio B de Filosofía sin poder resistir el peso de los libros, «curioso simbolismo del franquismo».

Una comunidad de base

«La Universidad sigue teniendo un sentido para el intelectual. El profesor intelectual necesita de la Universidad como comunidad de base, necesita intercomunicación con los estudiantes, en la doble dirección de enseñanza y aprendizaje. El estudiante viene a la Universidad a aprender la materia y también a una convivencia de carácter político. La Universidad tiene que ser siempre política. El político se apoya y afirma en su partido; el profesor, en la Universidad. El político pronuncia discursos; el profesor pronuncia lecciones magistrales. Uno y otro género están en decadencia. »

Trazó un panorama de las distintas corrientes filosóficas actuales comparadas con las de su tiempo de catedrático. «Hace doce años, la escolástica era mantenida en una vida artificial que reflejaba bien el grado de vida que tenía el régimen. Hoy la escolástica está muerta. La filosofía marxista era algo que pertenecía a la cultura o subcultura estudiantil; los profesores la ignoraban. Era un tanto dogmática, hoy tiende a ser más revisionada y lejos del escolasticismo. La filosofía analítica y la lingüística se presta a ponerse al servicio del establecimiento político. La filosofía existencialista fue sustituida por la estructuralista y los posnietchianos».

En cuanto a la filosofía actual, señaló que «tiende a incorporar su propia crítica y la ficción. La filosofía y también la ciencia es cultivada por algunos íntimamente unida a la ficción literaria».

La última parte de su lección estuvo dedicada al entendimiento de la ética y la sociología como asignaturas. «Durante la República, Etica y Sociología se estudiaban separadas. Con el franquismo, por economía presupuestaria, se fundieron ambas cátedras. Cuando tomé posesión de la cátedra me desconcertó. Hoy me alegro que estén unidas. La ética se ha hecho cada vez más social, y en cuanto que social, está en contacto directo con la sociología. Esta cátedra puede funcionar como un puente de la filosofía a las ciencias sociales, las ciencias humanas.»

El profesor Aranguren terminó su primera lección, que había durado treinta minutos, despidiéndose hasta mañana, miércoles. En el aula se hizo visible la ausencia de profesores y catedráticos de la rama de filosofía pura. De la Complutense asistieron otros profesores e intelectuales, como París, Hierro, Sánchez Pescador, Savater, Elías Díaz, Maravall, Abellán, Linz, Ignacio Sotelo, Eusebio Fernández, Mateo del Peral, Jesús Aguirre, Francisco Giral y Ricardo Gullón.

El profesor Aranguren dará tres clases a la semana, además de algún seminario, hasta el mes de marzo, que volverá a la Universidad americana de Berckeley, donde permanecerá un trimestre, comprometido con anterioridad a la anulación del decreto de separación de su cátedra. Al final del acto se comentaba el traslado del profesor Tierno Galván a la Universidad Autónoma de Madrid y la próxima reincorporación del profesor García Calvo a su cátedra de Filología Latina.

Mañana, la lección de Aranguren. EL PAÍS publicará, en su número de mañana, un amplio extracto de la primera lección del profesor Aranguren, en la que comparó las épocas de entonces y ahora en la concepción filosófica.

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