La OTAN teme un acercamiento entre Pekín y Moscú

Los acontecimientos de Pekín, con el arresto de la viuda de Mao, Chiang Ching y de otras personalidades consideradas en Occidente como radicales, preocupa seriamente en los medios atlánticos de la capital belga.Los políticos detenidos en Pekín eran conocidos por su antisovietismo total. Su alejamiento forzado del poder, después del nombramiento del «sucesor de Mao», inquieta en medios de la OTAN.

Se comenta en Bruselas: si la instalación en el directorio político chino de dirigentes menos radicales es evidente, algo importante está ocurriendo en China. Los 15 países miembros de la OTAN y Estados Unidos, en particular, barajan varias hipótesis en relación con el posmaoismo. No olvidan que un acercamiento entre Pekín y Moscú, por discreto que fuese, provocaría un desequilibrio geopolítico entre el mundo capitalista y el mundo comunista.Una de las claves de la OTAN sobre la distensión entre el este y el oeste, se funda en el reparto obligado de tropas soviéticas entre las fronteras con el Occidente y la vigilancia en la zona fronteriza ruso-china. Bastaría un gesto hacía Moscú, por parte de Pekín, para que los soviéticos cambiaran sus programas militares destinados a reforzar su contingente militar en la zona ruso-china. Tan sólo este hecho representaría, según los expertos militares occidentales, mayor libertad de Moscú para incrementar su potencial bélico en otras zonas conflictivas, como Europa Central.

Hua Kuo-feng podría orientarse hacia una línea pragmática parecida a la que utilizó Chu En-lai, escribe hoy en Bruselas el boletín oficioso de la OTAN Atlantic-News, haciéndose eco de la atención con que se sigue en Bruselas la situación china.

Chiao Kuan-hua

Sin embargo, el ministro chino de Asuntos Exteriores Chiao Kuan-hua,se ha encargado de desmentir, en cierto modo, los recelos de la Alianza Atlántica sobre el futuro de China en relacion con la URSS.

El dirigente de la diplomacia china, que se encuentra en visita oficial a Francia, comentó irónicamente ayer a los periodistas, después de entrevistarse con el presidente Giscard d'Estaing, que la URSS «maltrataba a China», comentando que el «problema (de las relaciones chino-soviéticas) no está en nuestro lado».