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La política económica, clave del acuerdo de Schmidt con los liberales

Después de las elecciones las aguas han vuelto a su cauce en la República Federal de Alemania, aunque jamás se hubieran desmadrado. La coalición gubernamental se mantendrá, los democristianos preparan su larga estrategia de oposición parlamentaria, y Schmidt, momentáneamente a salvo, ha vuelto por donde solía, es decir, al paciente trabajo unificador de un partido (el socialdemócrata) relativamente débil tras la ofensiva de la oposición en la campaña electoral, y a las negocaciones con sus «partenaires» liberales sobre política económica, tema prioritario en el país.

Los socialdemócratas no tienen más remedio que reconocer, pese a la euforia de las primeras horas, que el escasísimo margen logrado por la coalición sobre la democracia cristiana los coloca en una situación muy dificil. Lo que probablemente servirá para establecer un pacto unitario con los liberales, mucho más estrecho y a la larga, mucho más eficaz. La democracia cristiana, podría, a nivel regional, bloquear no pocas medidas económicas y sociales propuestas por la coalición y entorpecer en el Parlamento las iniciativas gubernamentales.

Pleno empleo, objetivo prioritario

Pero esta labor de obstrucción tendrá ciertos límites, muy estrictos en los problemas esenciales, más amplios en las cuestiones de poca monta.Para la coalición es esencial anteponer los problemas económicos pendientes, como único camino para ganar la confianza, tanto del capital como de la fuerza del trabajo. Así, el pleno empleo deberá ser el objetivo prioritario en los próximos meses. Para luchar contra el paro, el canciller Schmidt cuenta con el espectacular crecimiento del producto nacional bruto y de la producción de los últimos meses. Pero sabe también que un plan contra el desempleo debe contar con recursos financieros extensísimos y que estos recursos no son nada fáciles de conseguir, sobre todo con una oposición que se mantendrá vigilante e intransigente, tanto en la política de gasto público como en la impositiva.

Los 890.000 parados oficiales (cifras del mes de septiembre) y el casi medio millón de jóvenes que en los próximos cinco años llegarán al mercado de trabajo, no serán fáciles de contentar. Muchos de los parados actuales no pueden integrarse en los circuitos productivos sin la actualización de sus conocimientos profesionales. Otros deberán cambiar de residencia o de oficio para superar el desempleo. En cuanto a los jóvenes, el país sigue sufriendo ciertos desajustes en la planificación educativa.

Por otra parte, al contar con unos sindicatos relativamente dóciles, cuya moderación en las reivindicaiones salariales está fuera de discusión, el Gobierno Federal deberá ofrecer a cambio una política de participación de los trabajadores en los beneficios de la empresa más intensa. Semejante cosa fue rechazada por los liberales en épocas pasadas, pero en la actual coyuntura tal vez merezca su aprobación.

Conversaciones entre liberales y socialdemócratas

Todos estos problemas y muchos más están siendo discutidos y analizados por liberales y socialdemócratas para conseguir un acuerdo pormenorizado (existe ya un acuerdo de principio), que les permita seguir gobernando sin enfrentamientos ni estridencias.La disminución de los costes en el sistema sanitario, la protección del medio ambiente, el saneamiento de las finanzas públicas, la adaptación de las estructuras didácticas a las necesidades de producción y la oposición a que los impuestos puedan aumentar a costa de los trabajadores, constituyen además otros «objetivos» a medio plazo.

La complejidad del temario, exigirá que la negociación entre socialdemócratas y liberales sea larga. aunque conduzca inevitablemente al entendimiento.

Pero la escasa ventaja conseguida por la coalición y el fortalecimiento de la democracia cristíana hacen que la viabilidad del actual proyecto político gobernante en la República Federal esté sujeta a cualquier vaivén circunstancial.

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