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Faltan 1.500 plazas escolares en Móstoles

En Móstoles existen nueve colegios nacionales por unos 24 privados y, según el cálculo realizado por varios profesores del pueblo, unos 1300 niños no tienen plazas escolares. Tanto en los nacionales como en los privados, la situación se agrava porque no se respeta el número de 40 niños por aula. Lo normal es que haya unos 50, y hasta 60 ó 70 en casos más aislados.

De los colegios privados, sólo cuatro reúnen algunas condiciones. La mayoría están instalados en pisos bajos, sin espacio suficiente, ni patios de recreo ni bibliotecas. Es normal que el profesorado no tenga la titulación exigida. Como caso extremo, los profesores que recopilaron estos datos cuentan el de una maestra, que al acabar sus clases iba ella misma a una escuela nocturna, como alumna, para obtener el título.

Tampoco es mejor la situación en los centros nacionales. Todos ellos están saturados de aulas. Así, el colegio Andrés Torrejón, concebido para 16, se ha incrementando hasta las 26 que tiene ahora, a costa de dividir aún más los espacios libres. El Fausto Fraile tiene ocho aulas, y se van a añadir otras tantas. En este caso, el colegio no tiene sitio ni para el despacho del director, y mucho menos biblioteca o sala de reuniones. En el Valle-Inclán existen 13 aulas, con mala iluminación, muy húmedas y sin patio de recreo. Los niños deben jugar en un descampado próximo, lleno de escombros y vigas. El Agustina de Aragón, que se instaló en los pisos segundo y tercero de un edificio cuyos bajos están ocupados por unos almacenes, iba a ser provisional, y este año se les ha dicho a los padres que pasa a ser colegio nacional definitivamente.

Educación especial

La recién creada Asociación de Padres de Niños Subnormales, ha confeccionado ya una lista de 300 niños que se encuentran en estas condiciones, y se cree que el número real es mayor. Para los casos leves, considerados como recuperables, no existe ningún tipo de centro, ni siquiera algún aula dentro de algún colegio determinado. Tampoco hay profesorado especializado. Para los casos considerados como más agudos, la única solución es enviarlos a un centro especial situado en Pozuelo.

Las clases del BUP comenzarán a darse en los locales de la actual Casa de la Juventud, regentada por OJE, aunque no se espera que haya sitio suficiente para los aproximadamente 600 alumnos del ciclo. En materia de formación profesional, el Ayuntamiento construyó un local en el que sólo se van a impartir clases de automoción, electricidad y secretariado. Los futuros alumnos han ido a preguntar varias veces cuándo comenzarán las ciases, y quiénes van a ser admitidos, sin recibir contestaciones concretas.

Para los niños en edad de preescolar, hasta los cinco años, sólo funcionan tres aulas en todo el pueblo. Los padres tienen que recurrir a los centros privados, que a menudo son simples pisos-cárceles, donde se apiña a los niños hasta la hora de salida.

Gestiones

Las diferentes asociaciones de padres de alumnos y la de cabezas de familia llevan años haciendo gestiones ante el Ayuntamiento y el Ministerio de Educación y Ciencia. Como resultas de las mismas, en junio pasado un inspector del Ministerio realizó una inspección, de que sólo dio cuenta al Ayuntamiento. La decisión tomada fue acometer una nueva ampliación a base de aulas prefabricadas, en los ya congestionados colegios nacionales. Hasta que se construyan, el Ayuntamiento ofreció a los vecinos un sistema de doble turno en cada centro, para acoger a los niños sin plaza. Los padres no aceptan esta solución, y tampoco los directores de colegios consultados se mostraron conformes.

La alternativa presentada por los vecinos es otra. A lo largo de estos años, el Ayuntamiento cedió al Ministerio seis solares destinados para colegios. En base a este dato, lo que proponen es que las nuevas aulas se construyan en esos solares, y que paralelamente se comiencen las obras para cinco colegios nacionales más, instalados convenientemente. En esos dos meses que tardarían en construirse las aulas, los profesores interinos actualmente sin trabajo, unos 50, se comprometen a dar clase a los niños, en el local de la asociación, o donde se consiguiera sitio.

Tampoco están conformes con que el dinero de los ciudadanos se destine a subvencionar centros privados. Uno de ellos, el Liceo San Luis, dice en sus folletos de propaganda que consta de 22 aulas, biblioteca, salón para cine, 4.500 metros cuadrados de zona verde, etcétera, y los padres piensan que estas debían ser las características de todo colegio nacional. Las prerrogativas de la enseñanza privada se plasman en el caso de un colegio, propiedad de Carolina Castillo, delegada de la Sección Femenina. Este colegio fue municipal hasta el 1964, en que el Ayuntamiento lo cerró por falta de condiciones adecuadas. El local se alquiló a dicha señora, que al año siguiente lo utilizó también para colegio, pero ya en régimen particular.

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