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Aumentan las dificultades de la "serpiente" monetaria europea

Durante los últimos siete días la serpiente europea se ha visto sometida a fuertes presiones por el marcado incremento de la demanda del marco alemán, lo que ha producido considerables descensos del dólar. Las monedas que están dentro de la serpiente, excepto el florín holandés, registraron importantes bajas y el Bundesbank tuvo que intervenir en apoyo para mantenerlas, dentro de los límites acordados. Con la llegada del otoño, la vuelta al ritmo normal de la actividad política, y económica, y los resultados de las elecciones alemanas del próximo 3 de octubre pueden provocar un reajuste y cambios importantes en las diferentes monedas europeas.

En marzo de 1972 los países de la Comunidad Económica Europea decidieron establecer un acuerdo monetario, a fin de mantener relaciones estables entre sus divisas. El margen de fluctuación de una moneda con respecto a otra se limitaba al 2,25 por 100 a cada lado del tipo de cambio central. Es decir, la oscilación total que puede haber en la paridad de las monedas del acuerdo es del 4,50 por 100. Nacía así la serpiente europea como un instrumento de doble finalidad. Después del abandono del sistema de paridades fijas -acordado en 1944, en Breton Woods-, la CEE quiso preservar los tipos de cambios fijos -aunque con cierto margen de fluctuación- en el interior de la zona comunitaria, y al mismo tiempo, establecer un tipo de cambio flexible, pero coordinado, con las monedas del exterior.Cuatro años después, el mecanismo comunitario ofrece dudas sobre su eficacia y, las diferencias en el seno de los países que firmaron el acuerdo son evidentes.

La presencia de Gran Bretaña e Italia en la serpiente fue notablemente breve, ya que las dificultades económicas de ambos países (déficit creciente de la balanza comercial, inflación, paro, descenso de la actividad inversora...) impidieron mantener la paridad de sus respectivas monedas dentro de los márgenes indicados. La evolución de la libra irlandesa fue igual a la de la esterlina, ya que Inglaterra e Irlanda poseen la misma moneda. La divisa británica salió de la serpiente el 22 de julio de 1972 y la lira italiana, el 9 de febrero de 1973. Las presiones sobre el franco francés y su tendencia a la baja tampoco permitieron que Francia permaneciese dentro de la serpiente. En enero de 1974, París decide salir del túnel monetario europeo y dejar el franco en libre flotación. En mayo de 1975, Francia volvió a la serpiente, para dejarla de nuevo en el mes de marzo pasado.

Cinco países de la Comunidad son aún miembros del acuerdo monetario: República Federal Alemana, Bélgica, Dinamarca, Luxemburgo y Holanda. La serpiente cuenta también con dos asociados: Noruega y Suecia. Estos países no participan de las ayudas crediticias que pueden disfrutar los miembros comunitarios.

Sin embargo, ni siquiera dentro de las naciones que permanecen en la serpiente existe un consenso general sobre la razón de ser de este mecanismo. Mientras los países pequeños de economía muy abierta -como, por ejemplo, Bélgica- defienden la existencia de la serpiente, las autoridades monetarias alemanas ponen en duda la eficacia y la capacidad de respuesta de tal instrumento de política monetaria. A finales de agosto, el vicepresidente del Bundesbank manifestó: «Cuando un país ha perdido su equilibrio interno, no se le puede ayudar ni por el sistema de paridades fijas, ni por el de cambios flotantes, sino únicamente con las medidas indispensables de adaptación en el interior».

Defensa de la serpiente

Por su parte, las autoridades monetarias belgas argumentan a favor de la serpiente tres razones fundamentales:1. El acuerdo monetario europeo ofrece un cuadro de disciplina económica que favorece la estabilidad. En efecto, cada miembro sabe que para permanecer en la serpiente sus condiciones económicas, y sobre todo, sus elevaciones de precios no pueden -durante un gran período- ser muy divergentes de las de los otros miembros, De ahí que haya que ejercer un control bastante rígido sobre las políticas económicas, que ayude a mejor a resistir las presiones inflacionistas. En general, toda depreciación de la moneda de un país -sea por devaluación o por flotación a la baja- se convierte rápidamente en un alza de precios, equivalente aproximadamente a la mitad del porcentaje de depreciación. Efectivamente, después de una depreciación monetaria los precios de las importaciones aumentan casi automáticamente el porcentaje de dicha depreciación, lo que repercute inmediatamente en los costes de producción y en los precios del consumidor. El Ministerio de Finanzas de Bélgica sostiene, por tanto, que la serpiente es un instrumento eficaz para luchar contra la inflación. 2. La segunda ventaja es que la estabilidad en los tipos de cambio favorece los intercambios comerciales internacionales, disminuyendo las incertidumbres sobre las futuras importaciones y exportaciones.

3. La tercera razón defendida por Bruselas es la europea. Para construir la Europa unida los Gobiernos de los nueve deben esforzarse a toda costa por el progreso en el plano de la integración económica y monetaria. Ahora bien, tales progresos no son posibles más que con una gran convergencia de las políticas económicas. Pero mientras haya en la CEE índices de inflación que, en algunos países, son cuatro o cinco veces superiores a los de otros -como ocurre entre Gran Bretaña y Alemania-, es imposible hablar de unión economica y monetaria. Sin embargo, aunque todos los miembros de la CRE están de acuerdo sobre este punto, nada o bien poco se ha hecho para progresar hacia dicha convergencia.

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