Las librerías
Por fin se reanuda la vida cultural en Madrid. Ayer han apedreado una librería.Ya era hora. Con tanta politización, la gente se ha olvidado de la cultura. Menos mal que unos esforzados muchachos, quemando libros en la librería Méjico, nos recuerdan que el libro existe y es combustible. Cuando un libro se quema, algo suyo se quema. En Bocaccio presentaron la revista Siesta. Había eroazafatas, que no son precisamente las aeroazafatas. Se llaman así porque atienden al cliente desatendiendo el pudor de sus senos. Donde sólo el seno recibe más atención que usted. En el primer número de Siesta, una entrevista con Carlos Fuentes, que subraya la afluencia entre la literatura americana y española. Carlos Fuentes, que también es un gran escritor, no nos riñe a los escritores españoles tanto como Borges. Borges es que se pasa la vida riñéndonos.
Y menos mal que a Borges no le han quemado vivo los incendiarios de librerías. A lo mejor por eso dijo él que era de Pinochet, de Franco y de Videla, nada más llegar a Barajas. Para evitar combustiones en su saco, que le dice él a la chaqueta. El otro día he contado que, en Santander, firmé ejemplares en una librería con pedrada. El librero conserva el cristal taladrado y las piedras agresoras, como si fueran las piedras obtenidas por el Viking en Marte.
-Ahora me amenazan con que si no pongo una luna nueva, me atenga a las consecuencias.
Quieren que ponga una luna nueva para volver a rompérsela. A lo mejor no son ultras. A lo mejor son hijos de cristalero, como Chiquilín en la película de Charlot.
Pues en Madrid, otro tanto. A estos hijos de cristalero la policía no los encuentra nunca. Son difíciles de encontrar. En una película de Cocteau, el vidriero era un ángel. Los ángeles ultras del infierno o búnker también deben tener alas, porque siempre se le vuelan a quien corresponda.
Pero de alguna manera había que iniciar la season cultural y artística. Alguien tenía que romper el hielo. Han roto una cristalera. Porque la gente anda siempre, por estas fechas, como un poco remolona, emperezada del veraneo reciente, y si no inicia la temporada Pedro de Lorenzo con un discurso en el Ateneo, pues la inician los ultras con una quema de librería. Lo importante es arrojar la primera piedra.
Me lo dijo una vez Eugenio d'Ors, cuando yo le hacía de botones y le llevaba las glosas al periódico:
-Mira, niño, aquí en Madrid, a las ocho de la tarde, o das una conferencia o te la dan.
Eran otros tiempos. Eran los tiempos del gasógeno. Ahora, aquí en Madrid, a las ocho de la tarde, en el mundo cultural, o tiras una piedra o te la tiran.
Viene a entrevistarme un periodista para la revista mexicana Siempre. México presta atención a los escritores españoles. Y los ultras españoles prestan atención a las librerías mexicanas o que llevan el nombre de México. He estado en casa de Lucio, el hombre que trafica en la, nostalgia de los años cuarenta. Vende y compra todos los tebeos y comics de la época y colecciona las mejores peonzas de nuestra infancia, como un puro corazón de madera.
-Juan Centella era una paráfrasis de Mussolini -me dice Lucio-. Ese tebeo era italiano.
-Pues ya me has matado un mito infantil, macho.
El Juan Centella mussoliniano se ha escapado del tebeo y anda por ahí apedreando librerías. Me llaman de Cataluña para firmar libros en una librería. He preguntado lo que pregunto ya siempre: «¿Con coctel o con pedradas?».
Porque cuando se me acaban los libros, firmo piedras a las señoras.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.