Los presos de Turín regresan a sus celdas y se les prometen mejoras
Después de treinta y seis horas de revuelta, encaramados como gatos en los tejados, los presos de la cárcel «las nuevas» de Turín han depuesto las armas y se han quitado las capuchas con que camuflaban su identidad. Anoche, cansados del asedio, unos 50 guardianes habían tirado porras y escudos, gritando que están cansados de ser tratados peor que los presos.
Al mismo tiempo en Milán los 282 guardianes de la cárcel de San Víctor han dicho en una improvisada conferencia de prensa que están cansados de ser tratados como «Misioneros» y que la nueva ley carcelaria se ha olvidado de ellos, pues para aplicarla serían necesarios 150 guardianes más. Desde la famosa revuelta de abril de 1969, el lema «vigilando redimir» no puede ser aplicado por un sólo guardián para cada 100 presos.
Fuga del bandido Graziano Mesina
En Lecce, en el sur de Italia, de donde el 20 de agosto pasado se escaparon siete presos capitaneados por el famoso bandido sardo Graziano Mesina y dos exponentes del NAP (núcleos armados proletarios), un preso, Mario Costanzo, ha declarado la huelga de hambre, mientras que los reclusos de «Regina Coeli, de Roma, han pedido con un manifiesto nacional, a todos sus compañeros, calma y serenidad por el «bien de todos», porque están tratando directamente con el Ministerio de Gracia y Justicia.
Posible mejora de la ley sobre semilibertad
El ministro del departamento ha prometido a los presos revisar el artículo 47 de la ley carcelaria, que prácticamente ha entrado en vigor a principios de este verano, desde que fue promulgada en agosto del año pasado. Dicho artículo impide a los reincidentes o recalcitrantes por el mismo delito, a los culpables de rapiña, secuestro y extorsión, gozar del estado de semilibertad, destino a servicios sociales y libertad anticipada.La constitución italiana da a la pena un sentido de reeducación y reintegración a la sociedad. Para ello es necesario que ciertas instituciones llamadas «totales» como las cárceles, el ejército, la policía, los manicomios, etcétera, que abandonen el viejo concepto de «autoridad-coerción» por el de «persuasión-manipulación».
El alcalde de Turín, que es comunista, ha prometido a los presos que reorganizará las cocinas con posibilidad de crear una escuela de hostelería, y la construcción de dos hangares prefabricados para laboratorios. Por su lado, la burocracia estatal promete a los guardianes nuevos puestos.
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