El cisma
Me lo dijo una vez don Ramón del Valle-Inclán, cuando yo era así de pequeño:-Ya ve usted, joven, a mí me ha fallado la época.
Bueno, pues yo creo que a monseñor Lefebvre le ha fallado el país. Si ese cisma que se ha montado en Francia lo llega a montar en España, yo creo que la lía. Aquí no tenemos a monseñor Lefebvre, pero tenemos al vidente Clemente, que, salvando todas las distancias, también va por la vía de Trento. Francia da el cisma grandioso de monseñor Lefebvre y aquí damos el Palmar de Troya. Francia da a Chirac, que ha dimitido, y España da a Suárez, que no parece que lleve camino de dimitir.
-Pues también en Francia han suspendido las ruedas de prensa ministeriales- me dice el quiosquero, sacando el odio de clase por la garita.
-Es que si a Pepe Oneto y Miguel Angel Aguilar les dejan sueltos en El Eliseo se cargan la grandeur en una tarde. Aquí los periodistas es que no tenemos modales.
-Por eso nos han puesto la materia reservada.
-Por eso.
Hasta Camilo José Cela es de antes del Concilio. Me lo dijo un día:
-A mí me gustaban las misas de culo y en latín.
La otra tarde, en El Escorial, Manuel Viola me contaba cómo Miguel Veyrat había conscluido llevarle una vez a misa. Miguel. que estaba delante, reía con risa de bucanero.
Yo creo que al personal mayormente le gustaba lo de antes. Si los cristianos españoles se hubiesen hecho realmente demócratas, tendría más base la democracia cristiana.
-Pues no sé si demócratas, don Francisco, pero cachondos sí que se han hecho, que somos uno de los primeros países del mundo en el consumo de la pilule.
Con tanto fascículo erótico, el quiosquero está muy puesto en el tema.
Le recuerdo que en Madrid faltan niños para adoptar. Mientras miles de matrimonios se arrean el pildorazo cotidiano, otros matrimonios buscan el niño adoptado. Ya que los niños no vienen de París, a ver si pueden venir del Instituto Provincial de Puericultura. Eso prueba que seguimos siendo un país católico y amante de la familia.
-Lo que pasa, don Francisco, es que del Concilio para acá el cuerpo místico. o sea el personal, anda muy desconcertado.
Yo creo más bien que los españoles estamos faltos de cariño. Son cuarenta años sin que nos quiera nadie. Ni las democracias caducas ni los socialismos ateos. Nadie. Y la gente adopta un niño o un gato. No hay más que ver el éxito que ha tenido la reciente campaña de Lorenzo López-Sancho en favor de los bichos domésticos. Le escriben tantas cartas las señoras con canario, como a mí las señoritas con inquietudes. Un niño, un canario, un rojo, algo. La gente necesita querer a alguien.
Por eso hay familias muy decentes que suscriben bonos de Comisiones Obreras como antes le daban un duro a las monjas de la estampita. Pero parece que están volviendo incluso las monjas de la estampita, por lo que dijo el padre Martín Patino en la tele, referente a monseñor Lefebvre. Dice que hay que comprenderle aunque no le sigamos. Llamé en seguida a su hermano, el director de cine Basilio, para que me explicase un poco las teologías del cura de la familia, pero Basilio estaba revisando las distintas versiones de Canciones para después de una guerra, a ver cuál estrena ahora que le han autorizado la peli. Después del padre Patino salió otro cura, el de cierre, diciendo que no es posible que «hayan» cristianos marxistas. ¿Por qué ese verbo en plural? Extraña sintaxis la del cura de cierre. Parece lógico que este sacerdote tenga algo contra el marxismo. pero no sé qué puede tener contra la sintaxis.
Seguro que monseñor Lefebvre -y más siendo un ritualista como es- domina suntuosamente la gramática francesa. Es lo que les decía a ustedes antes. La diferencia que va de monseñor Lefebvre al vidente Clemente. O de Chirac a Suárez, con perdón.
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