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Se suspende por un día la huelga de "France Soir"

La reaparición del diario popular France Soir, ayer martes, después de una primera semana de huelga, constituyó un acontecimiento, con eco en Francia y en el extranjero. La envergadura y la complejidad de la huelga de los periodistas del diario que fue el de mayor tirada del país (más de un millón de ejemplares, contra los 600.000 actuales), han planteado en este país, de manera espectacular, el problema de la libertad de prensa, el pluralismo implícito y, en definitiva, el problema de la libertad a secas.

La presencia del diario en los kioscos, sin embargo, es por un sólo día. La asamblea de redactores decidió reincorporarse al trabajo para que su huelga no pudiera interpretarse como una presión sobre la justicia. En efecto, el tribunal de Comercio de París, debe pronunciarse sobre la demanda presentada por los periodistas, contra la venta ilegal del periódico, según una ley de 1944, que prohibe, a una sola persona, dirigir varios títulos.Es menester recordar brevemente el proceso de este acontecimiento, que desde hace más de una semana acapara la primera página de la actualidad. Todo se desencadenó hace, diez días, cuando se hizo pública la venta del 50 por 100 del periódico al que ya es dueño de Le Figaro, señor Hersant, que, por otra parte, posee dos docenas más de títulos, diarios o semanarios en provincias, y con ello se ha perfilado como una potencia periodística única en eI país.

France Soir había sido vendido, hace pocas semanas, por la editorial Hachette al octogenario, señor Winkler. Este lo traspasó entre el asombro de todos los medios profesionales y políticos. Yel misterio, a juicio de todos los observadores, se desveló días pasados, cuando Hersant saltó sobre el periódico. Nadie dudó que Winkler no había jugado más que el papel de intermediario en espera de la llegada de Hersant. Y esto, para no escandalizar con la compra, al mismo tiempo, de Le Figaro, y France Soir.

«Citizen Hersant»

Fue en este momento cuando la opinión hizo de France Soir la vedette político -periodística que aún dará que hablar. La personalidad de Hersant ha sido desmenuzada, día a día, por toda la prensa. Desde la derecha a la izquierda, salvo los diarios propiedad de Hersant, la coincidencia es total: «la monopolización de la prensa, con Hersant como protagonista, hace pensar que, por detrás, se mueven otros hilos y que no es él precisamente quien los tiene en las manos». Cada cual ha empleado sus argumentos, pero todos los especialistas llegan al mismo desenlace: detrás de Hersant está la política, es decir, los hombres de la mayoría gubernamental. Más concretamente, los hombres que dirigen el país.Un repaso de los comentarios, de diverso signo político, han revelado a los franceses el calibre del citizen Hersant, de antecedentes nazis conocidos en los medios políticos y periodísticos, diputado centrista, y a quien se sospecha liado con las autoridades actuales: «si hubiera que buscar la red de complicidades de Hersant, cubriría todos los cuerpos del Estado, de la Nación, hasta la cabeza».

Para otros comentaristas próximos a la mayoría que gobierna, Hersant compró Le Figaro, gracias a la intervención del gabinete del primer ministro, Chirac, ante los bancos. Y otro tanto ha ocurrido con France Soir. Para el vespertino independiente, Le Monde, ha llegado la hora, por primera vez en Francia, en que la justicia, con su veredicto, «aplicará las leyes sobre la prensa a todos los ciudadanos, incluso a los diputados».

La batalla de los periodistas de France Soir, firmada por la redacción fue explicada ayer en un gran despliegue de la primera página del periódico, mientras el propietario, señor Winkler, se limitó, en un recuadro minúsculo, a anunciar que en su día dará su punto de vista sobre «los acontecimientos actuales». La explicación de los periodistas a los lectores reproducida por todos los medios informativos del país, subrayó los elementos que siguen.

«Hemos sido vendidos con bienes y máquinas y, para darnos la noticia, se nos dijo que habíamos sido cedidos, como si fuéramos muebles y edificios». Recuerdan que un periodista tiene una doble responsabilidad, frente a sí mismo, «porque firma y se responsabiliza con lo que escribe», y también, es responsable frente al lector, a quien debe de informar.

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