El cólera
Ustedes se recordarán que en los últimos años del franquismo todos los veranos teníamos diarrea estival y nos pasábamos las vacaciones en la postura correspondiente, mientras los turistas iban y venían, entraban y salían, tomaban la flor de España, Massielona, y nos dejaban la piedra de la dictadura.Es lo que pasa con las situaciones políticas que se prolongan demasiado: que llegan a corromperse y entonces todo el mundo se siente mal, incómodo, sin saber por qué, y a uno le coge el cólera y a otro la diarrea estival, Y a otro le coge en Carabanchel. Por la tele decían que eran diarreas estivales, a ver qué iban a decir, pero todos sabíamos que eran diarreas políticas.
Bueno, pues este año nada. Iba yo a comprar el pan y me encontré al médico del Seguro:
-No hay peligro de que se declare» epidemia alguna. De todos modos, usted no tome verduras.
Dice que las verduras, regadas con el agua negra del Manzanares, allá en los huertos de Vallecas, pueden traernos el cólera morbo asiático, que aquello es como el tercer mundo, pero con amnistía sindical. Aparte de eso, la salubridad de España ha mejorado mucho en los últimos meses. Desde que hemos cambiado de régimen político, la gente parece que va mucho menos al inodoro.
-¿Usted cree que puede influir? -A ver. De alguna manera .tenían que desahogarse.
Norman Mailer tiene un ensayo sobre el pulcro tema de la defecación, donde llega a la consecuencia freudiana de «dime cómo vas del vientre y te diré quién eres».
-Pero tampoco hemos cambiado tanto políticamente como para que se nos pase la diarrea estival a todos los españoles.
No, pero esto es como cuando el profesor es un poco borde, que los chicos están todo el tiempo pidiendo permiso para ir a hacer una necesidad.. Cuando el profesor es ameno, abierto, liberal y simpático, a todo el mundo se le olvidan sus necesidades.
-¿No será mas bien que estamos en pleno estreñimiento político?
-Bueno, algog hay de eso, porque la amnistía se ha quedado como detenida y los presos salen muy despacio o no salen. Pero está claro que las diarreas estivales del franquismo eran de síndrome político.
Es lo bueno que tiene la democracia., que todo el mundo va mejor del vientre.
-Pero esto todavía no es una democracia, oiga.
-Pues ya ve usted, más a mi favor. Sólo con el anuncio de que va a haber democracia, referéndum (que ya lo están preparando otra vez) y elecciones generales, el personal ha mejorado mucho.
Es el primer verano sin una turista, pero también es el primer verano sin una diarrea, según mi médico del Seguro.
-A lo mejor las que nos traían la diarrea eran las turistas, que ésas, como practican el amor libre, no traen más que enfermedades.
Bueno. Los del gay power sostienen que la mujer da cáncer. No está comprobado. Mientras se comprueba, yo sigo trabajándome el género. Tampoco está comprobado que la dictadura dé diarrea, pero hay síntomas. Lo que pasa es que las diarreas de todos los veranos se las achacaban por la tele a virus extranjeros, a una especie de estafilococos masones que pasaban la Frontera sin pasaporte. De fuera nos venía siempre todo lo malo, desde la diarrea a la democracia. Por fin empezamos a sospechar que los españoles podemos vivir con democracia y sin diarrea.
-Pues no sé qué es peor.
-No ponga usted voz de José María Ruiz Gallardón, que no me asusta.
Lo de otros años no era más que diarrea política estival, pero nos decían que era cólera para asustarnos. Era la pedagogía del terror, Por fin, este verano nos anuncian que ha pasado la epidemia.
-Pues qué quiere usted, yo no acabo de creérmelo.
-Ni yo tampoco, señora.
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