El Gabinete democristiano italiano, obtuvo la confianza del Parlamento
El Gobierno «monocolor» democristiano de Andreotti recibió ayer por la tarde en la Cámara de Diputados el voto de confianza, tras un debate parlamentario que, durante tres días, ha tenido como protagonista a los secretarios de los distintos partidos políticos.
Como ocurrió el viernes pasado en el Senado, a favor del Gobierno, el primero de la séptima legislatura, han votado sólo los democristianos y los diputados de la «Volkspartei». La confianza, o la «no desconfianza», ha sido obtenida por Andreotti gracias a la abstención de comunistas, socialistas, socialdemocráticos, republicanos y liberales e independientes de izquierda, a excepción de Spinelli, uno de los vicepresidentes de la CEE. Contra el monocolor han votado neofascistas, radicales y Democracia Proletaria. Radicales y demoproletarios no votaron en el Senado por no estar representados.Andreotti había recibido el encargo de formar Gobierno de parte del presidente de la República, Giovanni Leone, el 14 de julio pasado.
En la jornada de ayer intervinieron en el debate los secretarios de los grandes partidos: el socialista Bettino Craxi, el comunista Enrico Berlinguer y el democristiano Benigno Zacagnini.
Varia ha sido la lección de tanto parlamento en medio de la canícula de agosto. La situación política es fluida y abierta y todos los partidos políticos están muy atentos sobre todo a no cerrarse la puerta, o al menos un pasadizo, con viejos aliados, aún constatando la situación de necesidad del cuadro político. Los líderes, han hablado .sobre todo a sus electores más que al país.
A Craxi, 42 años, casi un mes de secretaria, estatura -de jugador de basket, le ha interesado poner de relieve dos cosas: la autonomía del Partido Socialista frente a los dos grandes partidos hegemónicos, democristianos y comunistas, y el mérito de haber roto el prejuicio anticomunista que inspiró el decenio de centro-izquierda.
Berlinguer, secretario desde hace cuatro años, ha empleado un lenguaje para la base de su partido: «Somos determinantes». La actitud comunista es incisiva, firme, decisiva, fuerte, acosante.
Zacagnini tiene una idea muy precisa de lo que es una democracia occidental y por eso rechaza el «compromiso histórico» con los comunistas, porque la distinción de papeles es «condición normal en la que viven las democracias». Hablando del Ministerio, Andreotti ha tenido un «lapsus» y ha dicho «misterio». Y un poco de misterio hay, porque no es fácil verle consistencia programática y, por tanto, darle mucho futuro.
Andreotti ha dicho que su Gobierno no es un Gobierno a la desbandada, ni tampoco una tela blanca. «Día por día» se verá lo que el Gobierno es, o mejor será, porque por ahora se presenta políticamente agnóstico.
Todos coinciden en que se vive una situación de transición y todos se miran de reojo: los grandes -democristianos y comunistas- asegurando -acaso con más cortesía que sinceridad- a los partidos pequeños que son necesarios para la democracia, y los pequeños resignándose y estudiando el modo de sobrevivir en coaliciones que sean honorables.
Para Berlinguer naturalmente la transición va canalizada a sus objetivos. Desde las elecciones del 15 de Junio de 1975 al Partido Comunista le interesa una política gradualista, de «paso a paso». Desde el 20 de julio pasado, Berlinguer lo dice claramente. Su abstención al Gobierno Andreotti significa un paso más hacia un Gobierno de emergencia con todas las fuerzas democráticas o, de lo contrario, «el compromiso histórico», un Gobierno con los democristianos.
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