_
_
_
_
Reportaje:

Horror en blanco y negro

Testimonio de un británico escapado de una cárcel sudafricana

Unos 150 negros esperan en cualquier momento ser ahorcados en Beverly Hills y el patíbulo puede ocuparse con seis al mismo tiempo. Los ahorcan a las 6 de la mañana. Les atan las manos a la espalda y los llevan, a lo largo de un pasillo y de dos tramos de escaleras, al lugar de la ejecución.Los negros cantan todo el tiempo hasta el momento en que mueren. Se les avisa de la ejecución con varios días de anticipación. Desde ese momento cantan canciones tribales. Normalmente hay 40 ó 50 cantando al unísono. Es un canto hipnótico, con las mismas frases repetidas una y otra vez. Para el que no entiende el idioma suena como un lamento. Durante las 24 horas finales cantan sin cesar.

Entran en trance, eso es lo que parece que pretenden. Cuando pasan ante las celdas en su viaje final, los otros prisioneros golpean las barras y gritan «adiós» y «nos veremos allá arriba». Aceptan su muerte, mueren con elegancia, diría yo. Las autoridades de las cárceles de Sudáfrica no ahorcan a la gente por un lado de la cabeza como se hacía en Gran Bretaña, donde creo que el verdugo se enorgullecía de «haber hecho un trabajo limpio». Simplemente les ponen el nudo bajo la barbilla.

Los carceleros jóvenes en The Hills tienen que asistir cuando entran en el. servicio de prisiones. Es lo que se llama «el deber de la horca». Cuando vuelven, muchos nos juran que no volverán jamás. Los carceleros volvían y nos hablaban del aspecto de los negros ahorcados, el recuerdo de la sangre y de la caída de las cabezas les ponía enfermos. Su trabajo consistía en sacar los cuerpos del patíbulo después de cada ejecución.

El método de ahorcar es brutal, si los cuellos no se rompen al abrir la trampilla los levantan y los vuelven a soltar. Los carceleros me contaron que el verdugo lleva el mango de un pico que usa como porra para golpearles en la nuca hasta que se quedan rígidos.

Los cuerpos se dejan colgando durante 20 minutos. Se les desnuda y se arrojan los vestidos a una caja para lavarlos y que sean utilizados por otros prisioneros.

Un inglés, John Gibbs, que cumplía entre nueve y quince años por una serie de delitos menores, lavaba las capuchas después de las ejecuciones para que pudieran usarse de nuevo.

Dmitri Tsafendas, que asesinó a Verwoerd, el primer ministro sudafricano, en 1966, es uno de los pocos prisioneros blancos en Beverly Hills. Aunque sólo tiene 58 años, tiene el cabello totalmente blanco. Es una figura patética que vive en un mundo de sueños.

Había un carcelero negro, llamado Mamba el Negro, que se encargaba específicamente de destruir a Tsafendas física y mentalmente. Mamba el Negro se orinaba en la comida de Tsafendas y le obligaba a comérsela, le golpeaba y le pateaba. Durante los cinco primeros años más o menos los carceleros le propinaban frecuentes palizas. Era un juguete para los sádicos.

Ahora es un hombre destrozado y normalmente le dejan en paz. Está aislado de los otros prisioneros y se le niegan todos los privilegios. Dos veces yo le corté el pelo, lo había pedido y yo sabía hacerlo. Tiene una buena. voz para cantar, y empezó a cantar arias. También habla varios idiomas, pero la mayoría del tiempo está sentado oyendo a los negros sus canciones de muerte. Debe haber visto a miles de negros llegar y dirigirse hacia la muerte.

Todo el mundo sabe que todavía Mamba el Negro le causa pánico y algunos prisioneros le atormentan, diciéndole: «¡que viene Mamba el Negro!», él empieza a llorar, su sólo nombre le aterra.

Los negros son ejecutados por otros delitos, además del asesinato, especialmente la violación. Si un negro viola a una blanca es ahorcado. Si un blanco viola a una negra pueden condenarle a 18 meses de cárcel. Si un blanco entra en un apartamento y viola a una blanca puede que la pena sea mayor. Conocí a un blanco acusado de 20 violaciones. Le condenaron a 20 años.

Tuve noticias de un caso de un blanco y un negro culpables de un robo en el que una persona fue herida. El blanco fue convicto de asesinato en primer grado, el negro de asesinato en segundo grado. Los dos apelaron. El negro fue ahorcado y el blanco condenado a cadena perpetua.

Cuando se trabaja cerca de ellos se ven los actos de brutalidad con los negros. Los carceleros los tratan como sub-humanos y cuando les dan una orden la acompañan de un puñetazo o una patada. Un negro no puede replicar, ya que si lo hace, lo sacan fuera y te golpean hasta que le rompen los huesos.

Los negros parecen aceptarlo así. Aunque yo era un preso como ellos siempre me llamaban «jefe». Su comida es inferior a la de los blancos. Tienen que subsistir con una dieta escasa de judía con carne una vez por semana. Los carceleros les arrojan la comida y tienen que pelearse por ella como animales.

A los blancos se les da una comida de carne o pescado una vez al día, pero nunca es una carne que se pueda masticar, todas las partes buenas han desaparecido. Amí me tuvieron que empastar todos los dientes; los dientes se pudren y se caen. Cuando ahora. como un trozo de carne, apenas he empezado a masticarla, las mandíbulas me duelen porque ya no estoy acostumbrado.

La brutalidad es un lugar común y las costillas, las mandíbulas o los dientes rotos no son raros. Entonces te encierran en una celda y esperan a que te mejores.... o te muerasí. Hay gente que no hubiera muerto si les hubiesen dado el tratamiento oportuno, Un hombre recibió un ladrillazo en la cabeza, le dieron píldoras y murió de una hemorragia cerebral. Lógicamente debía haber sido trasladado a un hospital.

Yo tuve una hernia, pero el primer auxiliar de la prisión dijo que no me pasaba nada aunque el ombligo me salía hacia fuera. Sólo a base de contínuas protestas conseguí que me viera el médico que visitaba la prisión. Después de eso tuve que ir andando desde el hospital once horas, depués de la operación.

Un amigo mío inglés intentó fugarse, alguien lo vio y, tocó el silbato, aunque apenas podía, trató de correr; sin embargo, se dio cuenta de que lo cogerían, se detuvo y se entregó. Dos carceleros lo cogieron y uno empezó a golpearle, entonces llegaron otros dos con perros alsacianos y se los azuzaron mientras lo sostenían. Los perros le destrozaron las piernas, arrancandole trozos enteros; las heridas se le infectaban en la celda, pero no trajeron a un doctor para que le reconociera.

Si los carceleros entran en tu pabellón en grupo para golpearte, la mayoría de los prisioneros tumban y se cubren la cara y el estómago y dejan que golpeen. Sin embargo algunos no se conforman, creen que si les van a golpear ellos también pueden dar algunos golpes. A un amigo mío le golpearon en las costillas, todas las costillas las tiene salidas de su sitio, por debajo de la caja torácica le sale un pecho como el de un gorrión.

Nueve hombres se escaparon de uno de los pabellones, corrieron y saltaron la valla por la noche. Al día siguiente unos helicópteros empezaron a buscarles, encontraron a uno y le golpearon de tal modo que empezaron a preocuparse al verle en tales condiciones. Entonces, cuando el helicóptero había subido a veinte pies del suelo, lo empujaron fuera y dijeron que se había caído y se había herido. Nosotros le vimos caer, después nos dijo que le habían empujado.

Otra vez, abrieron la puerta de la celcla de otro hombre, metieron tres perros y cerraron la puerta. Los perros le destrozaron, tuvo suerte y sobrevivió. Su familia tenía algún dinero. Denunciaron el hecho y algunos carceleros perdieron el empleo.

Poco antes de que yo me escapara, hubo un motín en la sección negra de Zonderwater. Sé que al menos un prisionero fue muerto. A nosotros nos encerraron todos juntos porque los carceleros tenlan que ir a esa sección a controlar el motín.

(El ministro de policía, señor J. Kruger, anunció recientemente al Parlamerito que el año pasado la policía mató a 98 adultos y a 4 jóvenes, al intentar escapar de las prisiones, e hirió a 287 adultos y 18 jóvenes).

En Zonderwater a uno de los funcionaríos principales se le conoce por los prisioneros como Harry el Reluciente ya que siempre va vestido con elegancia. Entre sus facultades está la de poder imponer castigos instantáneos. Por la menor cuestión le deja a uno sin comida; si le localiza andando por un pasillo con un botón de la chaqueta desabrochado, le impone lo que llaman «comidas», es decir, se queda uno sin tres comidas, le encierran en una celda por la tarde y permanece al lí toda la noche y el día siguiente sin ningún alimento.

"Mary", instrumento de castigo

Puede imporier «comidas» por no llevar el traje establecido. En las diferentes épocas del año hay que llevar diferentes trajes. ¡No finales de mayo los prisioneros carriblan de pantalón corto y chaquetas tipo safari a pantalón largo, camisa y jersey. Aunque el calor es insoportable a finales de mayo, los prisioneros tienen que llevar los botones abrochados.

Normalmente se utiliza un instrumento llamado «Mary» para golpear en las prisiones sudafricanas. Consiste en dos trozos voluminosos de madera que sostienen el instrumento en un ángulo de 45 grados con el suelo. El prisionero es extendido a lo largo del marco y sus muñecas y sus tobillos atados a éste. El prisionero se encuentra desnudo salvo un taparrabos mínimo y un cojín estrecho en la base de la espina dorsal para proteger los riñones, en caso de que la vara se desvíe de su objetivo. La vara es un trozo flexible de aproximadamente una pulgada de diámetro y el carcelero la agarra con las dos manos. En cada golpe pone toda su fuerza, causando heridas en las nalgas, los prisioneros chillan y piden clemencia. El número máximo de golpes que se pueden dar es de ocho, pero el sistema es totalmente bárbaro.

Veinticinco por ciento de homosexuales

A los niños se les da lo que se llama «el palmetazo». Yo he visto a niños negros a los que se les ha aplicado el palmetazo aunque sólo tenían cinco años. Se les puede llevar a los tribunales por haber robado leche o por hacer ruido o por cualquier cosa sin importancia y se les deja en la cárcel toda la noche. Yo he visto a dos policías poner un taparrabos a los niños y darles ocho golpes, los niños gritan y gritan. La policía tiene mano dura con ellos, les hacen tumbarse y les dan una paliza. Esto lo he visto hacer docenas y docenas de veces.

A mí me trasladaron de Zonderwater porque intenté defender mis derechos en la Prisión Central. Estaba establecido que se me dieran 170 gramos de carne al día, pero me daban 90; debían darme 90 gramos de mantequilla y me daban 40. Cuando empecé a vocearlo, otros empezaron también y no es precisamente esto lo que desean las autoridades de la prisión. No quieren que la gente piense.

La antigua prisión de Zonderwater pertenece al Ejército, no al departamento de prisiones; es un lugar sucio con vertederos al aire libre llenos de excrementos. Estábamos 26 en cada pabellón de 40 pies por 14. Dormíamos en el suelo en un colchón sucio y cuando uno movía el codo tocaba al de al lado. Nos trasladaron a la nueva Zonderwater antes de que estuviese terminada porque querían la prisión vieja para los refugiados de Angola.

La nueva prisión, que costó siete millones y medio de libras esterlinas, tiene la forma de una rueda de tren y está construida siguiendo un modelo americano. Está dividida en cuatro secciones, A, B, C y D, cada una de las cuales tiene diez pabellones; en medio hay una torre de 100 pies de altura con un puesto de vigilancia desde el que los carceleros vigilan los alrededores con prismáticos.

Las condiciones en la prisión nueva son mejores. Los prisioneros duermen trece en cada pabellón, cada uno tiene su propio camastro y hay duchas y pilas para lavar la ropa. La hora de levantarse es las cinco de la mañana para tomar el desayuno y empezar a trabajar a las seis Se termina a las 11.40 para la comida y se vuelve a trabajar desde la una a las cuairo de la tarde. A continuación viene la cena. A las 4.30 se encierra a los reclusos. Los fines de semana se les encierra a las 3.30 y a veces fienen tan poco personal que se les encierra a la hora de la comida Encuentran dificultades para reclutar gente para las prisiones y algunos de los carceleros sólo tienen dieciséis o diecisiete años. Los sábados por la mañana hay una película y otras veces música, si alguien hace algo que no deba se castiga a todo el mundo y se suspende la película o la música.

Hace unos meses cuando un grupo intentó escapar castigaron a todos. Un carcelero les conducía a arreglar unas tuberías que se habían roto, le ataron y se llevaron -su coche; en consecuencia, las autoridades castigaron a todo el mundo.

La mayoría de los prisioneros trabaja dentro de una valla de seguridad haciendo piezas en una fundición o mesas en una carpintería. Lo más que se puede ganar es 10 rands al mes (unas seiscientas pesetas) pero pocos prisioneros ganan esto. En tres años y medio yo conseguí ganar sólo un rand al mes, y hacía entre ocho y diez mesas por semana, mientras que algunos prisioneros sólo hacían una.

Me encontré a un hombre al que se le había condenado a 15 años de cárcel por robar un dulce que sólo valía 5 céntimos. Hay un hombre que ya ha cumplido 14 años por disparar contra un gamo

El sistema funciona de este modo: por el primer delito se puede imponer una pena de dos a cuatro años. Si la persona reincide se le ponen de cinco a ocho años y si vuelve a reincidir, no importa lo pequeño del delito, se le condena de nueve a quince años.

La corrupción es normal. Si un preso desea hacerse su propia cerveza, la única forma de conseguir levadura es comprándosela ilegalmente a un carcelero. Otros prisioneros entienden de carreras, le indican al carcelero los caballos que creen que van a ganar y si ganan se les trata bien. En la prisión central había una máquina de imprimir, los prisioneros imprimían no sólo certifica dos, sino dinero que parecía auténtico. El contrabando es también frecuente. Los contactos entre los prisioneros blancos y los negros tienen lugar en aquellos sitios en que los blancos hacen el traba o especializado y los negros el manual. Los blancos quieren marihuana a cambio de lo cual les dan a los negros cigarrillos, jabón y dinero. El contrabando se lanza por encima de las vallas que separan la sección blanca y la negra de la prisión.

También hay gran cantidad de homosexualismo, yo diría que alrededor del 25 por 100 se hacen homosexuales. Algunos presos son llamados «conejos bobos», lo cual quiere decir que se venden a sí mismos. A veces los presos y los carceleros lo hacenjuntos. Poco antes de que yo escapara se dio el caso de un carcelero que le entregó coñac y marihuana a algunos presos y se acostó con otro preso, un hombre de unos veinte años llamado Vicky que era un «conejo bobo». Esto no era la primera vez que ocurría, pero le sorprendieron infraganti y lo trasladaron a la prisión negra.

Yo me escapé a las 7.30 de la mañana el 31 de mayo de este año. Conseguí una llave falsa de la puerta interior. Eram,os dos. Abrimos la primera puerta, conseguimos serrar la segunda y entonces utilizando unas tenazas para cortar las cerraduras de la tercera y la cuarta. A continuación nos arrastramos durante dos millas. Nos encontramos con un grupo de negros. Si un negro den, uncia a un prisionero que se escapa se le recompensa con 10 rands. Cuando pasamos al lado del grupo le dije a mi amigo en voz alta: «allí es donde tenemos que ir». Continuamos andando y nos detuvimos a 20 metros de donde estaban los negros. Estos se lo dijeron a un granjero que telefoneó a la prisión.

Cuando fueron a pasar lista en la cárcel, dos de mis amigos habían ido a mi sección para que les contaran,y después habían vuelto a la suya para que les contasen de nuevo. Hasta la lista principal de las cuatro de la tarde nadie nos, echó de menos.

Pero yo ya había sufrido más de lo que podía soportar. Estaba tan desesperado que hubiera hecho cualquier cosa, realmente cualquier cosa para huir de allí y volver con mi mujer y mi familia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_