El nuevo Gobierno italiano pasó la votación de confianza en el Senado
El Senado italiano dio ayer tarde su voto de confianza al Gobierno «monocolor» (sólo democristianos) de Giulio Andreotti, tras un debate parlamentario que ha durado dos días. Se trata del 37 Gobierno en 32 años. El Gobierno deberá recibir el miércoles la confianza de la Cámara Baja, donde tampoco se espera que haya sorpresas. La sesión de ayer fue interrumpida media hora debido a, una falsa alarma de bomba.
Como prometido, se abstuvieron, por la izquierda, los comunistas, socialistas, republicanos, socialdemocráticos, y votaron contra los radicales y demoproletarios y, por la derecha, se abstuvieron los liberales y votaron en contra los neofascistas.Este Gobierno es la lógica consecuencia de las elecciones del 20 de junio, que asestaron un duro golpe a la «centralidad» preconizada por los democristianos. Moro y Fanfani, y al mismo tiempo, no abrieron la posibilidad de una alternativa de izquierda, como soñaba el socialismo italiano.
En el caso de Andreotti, quien hace solamente dos años gobernó con un Gabinete de centro-derecha, se dice que sustraerse a la política es el mejor modo de hacer política. En realidad, Andreotti no se ha sustraído a la policía por no citar en su discurso a los partidos políticos, sino que ha invocado el espíritu constructivo y responsable que durante veinte meses animó a todos los partidos del Comité de Liberación Nacional, cuando fundaron la República. La mayoría sobre la que se basa es una mayoría del «ni», ni sí ni no, porque más que de confianza se tiene que hablar de «no desconfianza», como, mitad con humildad y mitad con ironía, había pedido al presentar su pro grama el «hábil y astuto» hombre político Andreotti, calificativos que le ha reconocido el viejo socia lista Nenni como más propios de un hombre de poder que no de Estado.
A Nenni, este Gobierno le recuerda el «prohibido hablar de política», que durante el fascismo se leía en las «hosterías» romanas, pero no por eso ha dejado de preguntarle a Andreotti claramente «con quién y bajo qué signo político quiere gobernar». «Todo y con nadie», no es una respuesta, ni tampoco «es mejor esto que nada», como decía el New York Times.
Para los socialistas, la situación es provisional y es siempre la izquierda la que tiene que convergir en un Gobierno de emergencia que fuera propuesto por Nenni en 1974 y defendido ahora por los comunistas.
En cuanto al espíritu de «reconstrucción», no se le ha olvidado a Nenni que «Andreotti hace treinta años pasó de la Acción Católica al Gobierno, sin haber perdido un cabello». Nenni ha atacado, por eso, duramente a la derecha interna y externa de la Democracia Cristiana y sus vínculos internacionales, entendiendo por derecha externa a los neofascistas, quienes puntualmente no han dejado de ponerse en candelero, como un huésped extraño que no ha sido invitado.
Su líder, Giorgio Almirante, quería desde un principio votar contra Andreotti, tesis que finalmente se impuso dentro del partido. Hasta última hora se había presumido que los neofascistas se abstendrían, para inculpar así a Andreotti de haber hecho determinante la abstención comunista, obligándole a pedírsela con todas las letras.
En medio de la crisis
Este Gobierno de «a mal tiempo, buena cara», nace bajo la presión de una situación de grave crisis. Ello ha movido a los comunistas a dar su abstención, presentándola como «una comprensión recíproca» y como una vigilancia crítica puntual. Abstenerse es hoy para los comunistas un hecho fisiológico que demuestra que cuando estaban en la oposición, no eran ni una «quinta columna», ni un «ghetto».El senador comunista independiente, Ossicini, que con Andreotti militó de joven en las filas de la Acción Católica Universitaria, le ha recordado hoy «el déficit crónico ideológico de la política italiana», y le ha aconsejado «no tomarse tiempo» para ponerle remedio.
Andreotti, sin embargo, parece momento, aunque con la protesta de los liberales, el Parlamento se va de vacaciones del 11 de agosto al 27 de septiembre, y no se ve cómo en el plazo de septiembre Italia pueda negociar con el Fondo Monetario Internacional otro préstamo «stand-by» de 500 millones de dólares y renovar con el flanco Alemán el préstamo de dos mil millones de dólares.
Además, Andreotti pide un año o año y medio para ver el resultado de sus medidas económicas. En este punto, la oposición más vigilante y dura viene del Partido Republicano, quien ya le ha enviado un documento económico para que «la suegra (es decir, los comunistas) entienda». Los republicanos ven un Gobierno sin horizontes, por culpa de los socialistas, que sin ton ni son anticiparon las elecciones.
Con esto ya se prefigura una tensión en el frente común de abstenciones comunistas y socialistas, pero los republicanos han asegurado que «las fuerzas laicas que derivan del risorgimento tienen todavía algo que decir, y lo dirán». No sabemos si lo que querrán es lo que ya hoy quieren: la abolición de las provincias, retornar a la acumulación de la renta familiar de marido y mujer, contener los gastos públicos, la gestión económica de las empresas. Detener la marcha hacia un «estado asistencial».
Sin mayoría
Por el momento, al líder republicano La Malfa, para quien el compromiso histórico es inevitable, tras escuchar el discurso de Andreotti, sólo le interesa notar que Andreotti «no pide los sacrificios debidos a las masas populares». Por ahora sólo sabemos que el viejo «pragmatismo católico» de Andreotti y el más joven pragmatismo marxista del Partido Comunista -un partido malicioso, como lo, llamaba Togliatti- mantienen en pie el Gobierno más débil de la historia de la República, con la más débil oposición. De los 950 diputados y senadores, Andreotti sólo tendrá una oposición de 10 parlamentarios, la de los radicales y ex ponentes de el Manifiesto, Van guardia Obrera y Lucha Continua. Un Gobierno con muchas cosas por hacer e inmediatamente, pero sin una mayoría.A la oposición se ha sumado el diario independiente La República, una oposición apátrida sin organización alguna, que subraya la antinomia: «Quien se encuentra en estado de necesidad no es la Democracia Cristiana, a la que se permite gobernar, sino el Partido Comunista Italiano, obligado a abstenerse». Y se pregunta: «¿Es la Democracia Cristiana la que acepta el voto determinante de los comunistas, o son los comunistas los que se ven obligados a darlo?» Para el diario socialista o radical independiente, el Gobierno Andreotti no tendría política exterior alguna y su programa económico sería un «passepartout», una lista de problemas, un libro abierto, un carné-calendario, más que un programa.
A la abstención general se han sumado los sindicatos y las administraciones locales y al programa económico se han adherido los organismos profesionales de diversas categorías, federaciones de agricultores, comerciantes, de la construcción, excepto los propietarios de inmuebles.
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