"Mi hija pudo morir por falta de medios"
Una niña de siete años estuvo a punto de fallecer en un centro asistencial madrileño, a causa de la falta de un «respirator» infantil, según denunció a EL PAIS su padre, Dionisio Vázquez Marinero quien, por su profesión, conoce de cerca los problemas de la sanidad española.
Mi hija -dice el señor Vázquez- una niña de siete años, estuvo a punto de morir, el pasado 15 de mayo, por la inexistencia de un aparato médico que el cuadro facultativo del Hospital del Rey había solicitado hace dos años. No tengo nada que objetar con respecto a la actuación de los médicos que trataron a mi hija, precisamente ellos se portaron excepcionalmente. Con esta denuncia trato de evitar que la vida de otros enfermos corra peligro por causas administrativas. Según me comunicaron, la adquisición del aparato médico que menciono se retardó por dificultades burocráticas.-¿De qué aparato médico se trata?
-De un «respirator», una especie de pulmón artificial... Todo empezó el día de San Isidro. En aquella fecha tuve que ingresar a mi hija en la ciudad sanitaria «La Paz». La pequeña llegaba con un sarampión que, según diagnóstico posterior, se complicó con una encefalopatía. En dicho centro me comunicaron que mi hija, por presentar un caso infeccioso, tenía que ser trasladada urgentemente al Hospital del Rey, que no pertenece a la Seguridad Social, pero que se vincula con ella por un contrato de 1.800 pesetas por cama y día. La niña fue trasladada en una ambulancia, acompañada de un médico y una enfermera. Le iban aplicando oxígeno. Fue internada en la unidad de vigilancia intensiva del Hospital del Rey. El informe que me dieron allí, a las cinco de la tarde, fue el suplente: la niña estaba grave, se necesitaba un «respirator» infantil, del cual no disponían. Con toda urgencia, me dirigí de nuevo a «La Paz» y solicité que me facilitasen en ese centro asistencial el aparato que necesitábamos. La doctora Jara, que fue quien me atendió, se sorprendió de que en el Hospital del Rey no dispusiesen de un «respirator» infantil. Le respondí que en dicho centro sólo disponían de dos «respirator» para adultos, a pesar de que el 80 por 100 de los enfermos son menores de edad. En «La Paz» no pude conseguir sacar el aparato médico. Los problemas de tipo burocrático eran insalvables. Llamé a la policía y expuse el caso. Me contestaron que no podían intervenir y, en el 091, me aconsejaron llamar al Juzgado de guardia y poner el caso en conocimiento del médico forense que se encontraba allí. Este facultativo me dijo que la UVI del Hospital del Rey era una de las mejores dotadas de España, y que yo lo que tenía que hacer era marcharme a mi casa y quedarme tranquilo, pues el responsable de mi hija era el responsable del centro médico. Llamé a Radio Nacional y cursé una llamada de socorro en la que solicitaba se me facilitase ese aparato, desde cualquier punto de España. A la llamada respondió todo el país. Llamaron desde diferentes puntos. Incluso radioaficionados que creían que había que adquirir el aparato en el extranjero. Todas estas ayudas las estuve diligenciando desde mi casa...
-¿Recibió usted alguna llamada del Hospital del Rey?
-Sí. Sobre las nueve y media de la noche. Me comunicaron que mi hija había experimentado franca mejoría -no nos habían permitido acompañarla- y se me pidió que me trasladase a dicho centro para hablar con el director, que ya había sido localizado. Pude comprobar entonces que mi hija tenía acoplado un «respirator» de adultos, que por lo visto puede emplearse desde los siete años en adelante. El director del Hospital del Rey, don Juan Figueroa, entró en el centro con un «respirator» infantil que le habían prestado en la UVI del Hospital del Niño Jesús que, al parecer, se hallaba cerrada por problemas internos. Por todo ello, el Hospital del Rey cuenta hoy con el «respirator» infantil, adquirido el día 17 de mayo.
Dificultades burocráticas
-¿Realizó usted algún tipo de gestión posterior?-Sí. Me entrevisté, dos días después de aquello, con el subdirector de Sanidad, don David Molina Mula, con el que mantuve una conversación de tres horas. El me justificó que como subdirector de Sanidad tenía un presupuesto muy recortado y supervisado además «por catorce ministerios». Yo le indiqué que en la UVI del Hospital del Rey tienen instalado un aire acondicionado que ha costado veinticinco millones de pesetas. Y el «respirator» que yo pedía vale seiscientas mil. Me tachó de exagerado y pidió a su secretaria el presupuesto de dicha instalación. Al ver las cifras, exclamó dirigiendo la mirada a otra persona, de la que desconozco la identidad, que estuvo presente en nuestra charla: ¡Caramba, yo no creía que esto hubiese costado tanto! Después de todo esto, yo, que cotizo a la Seguridad Social, me pregunto si puedo hacer responsable a este organismo de todo cuanto pasó. Los facultativos no pueden ir más allá de sus posibilidades. Ellos también están, como los enfermos, a expensas de las decisiones burocráticas.
La redacción de EL PAIS intentó localizar al director del Hospital del Rey, Juan Figueroa, pero tras insistentes llamadas telefónicas se nos comunicó ayer tarde que dicho señor se encontraba fuera de Madrid.
Versión oficial
En la Subdirección General de Sanidad atendió a uno de nuestros redactores el doctor Ramón Navarro García, jefe del Servicio de Acción Sanitaria Asistencial, colaborador del subdirector de Sanidad, David Molina, y la tercera persona que estuvo presente en la entrevista que mantuvo este último con el padre de la pequeña enferma. El doctor Navarro García, opinó respecto a esta información:-No entiendo la reacción de este señor. Me da la impresión de que se quiere buscar cosquillas a una situación, a pesar de que se le ofrecieron al padre de la niña diecisiete clases de explicaciones. Sobre la exclamación del señor Molina Mula, aunque estuve presente en la entrevista, no puedo recordar literalmente si fue así. No puedo confirmar ni desmentir ese hecho. Ciñéndonos a la falta del «respirator», he de decir que en el Hospital del Rey no faltaba ese aparato. Lo que faltaba era un «respirator» específico para niños. Había uno para adultos. Y con respecto a la cifra de veinticinco millones que me menciona, no creo que haya costado eso la instalación del aire acondicionado. Esos veinticinco millones se deben referir a los gastos del acondicionamiento del primer pabellón del Hospital del Rey. No le puedo citar ahora mismo la cantidad justa del acondicionador de aire para la UVI del centro hospitalario que nos ocupa, pero, de cualquier modo, no se llevó a cabo por gestión directa en la que nosotros interviniésemos, y se hizo mediante subasta pública. Por otra parte, nosotros hemos de ceñirnos al presupuesto que se nos otorga. No hay ningún director general que disponga de presupuestos de naturaleza propia. Esos veinticinco millones se emplearon en obras de reforma. Además, del Hospital del Rey tenemos muy pocas quejas, afortunadamente.
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