El ocio de los españoles
La jornada laboral oficial de los españoles oscila entre las cuarenta y las cuarenta y ocho horas semanales, pero las horas reales de trabajo no corresponden a esa jornada, porque habitualmente se trabaja en más de un sitio o más horas de las específicas. Según datos de FOESSA, un 21 por 100 trabaja de cuarenta y cinco a cuarenta y nueve horas; un 11 por 100, de cincuenta a cincuenta y cuatro horas; un 7 por 100, de cincuenta y cinco a cincuenta y nueve horas, y un 18 por 100, más de sesenta horas.Esto no deja mucho lugar al ocio. Si se añade el transporte, resulta que al 22 por 100 de los entrevistados les queda menos de dos horas libres al día. Aunque un 23 por 100 dispone de más de cinco horas, la media de la población general española se sitúa en un poco más de tres horas libres al día.
¿Qué es lo que se hace en estas horas libres? La distribución del tiempo oscila entre la lectura de periódicos, audiencia radiofónica, lectura, deporte..., batiendo todos los récords, la televisión. Lo que los españoles hacen fundamentalmente en su tiempo libre es ver la televisión. El 73 por ciento de la población ve todos o casi todos los días la televisión. La radio la oye todos o casi todos los días el 47 por 100 de los españoles.
Respecto a la lectura de periódicos, mientras en el año 1966 el 49 por 100 de los españoles no leía nunca el periódico, el porcentaje actual descendió al 26 por 100. Eso no significa que se lea todos los días el periódico. Eso sólo lo hace un 39 por 100 de ciudadanos de este país.
Libros y deporte
El 14 por 100 de los españoles no tiene ningún libro en su casa. Menos de cien libros hay en las casas de un 70 por 100 de los españoles, y más de 500 en los domicilios de un 6 por 100.Los españoles hacen mucho más deporte que hace diez años. Mientras en 1963 había 700.000 socios en clubs y sociedad es deportivas, en el 1973 la cifra se multiplicó por diez: 2.500.000 fue la cifra de socios deportivos en ese año. Los deportes preferidos son, por este orden, caza, pesca fluvial, fútbol, balonmano, baloncesto. La afición al tenis aumentó bastante.
En todo caso, las instalaciones reales deportivas, más allá del simple federarse, no significan mucho para las necesidades de la población española. Según datos de 1972, en ese año había 482 instalaciones de atletismo, 1.065 de natación, 833 de tenis... En el caso más numeroso, el baloncesto y minibasquet, se registraban 3.244 instalaciones. Le sigue el fútbol, con 2.857 instalaciones. En total, 10.778 instalaciones para una población de 35 millones de habitantes: una por cada 3.600 personas.
Un 35 por 100 de la población no sobrepasa los veinte días totales de vacaciones al año. Un 28 por 100 puede disfrutar de más de treinta días. Entre los veinte y los treinta días de vacaciones, hay otro 37 por 100 de la población.
Pero aun los que disfrutan de largas vacaciones no siempre salen de su propia localidad. La tercera parte de las personas que el año pasado, por ejemplo, disfrutaron de vacaciones, no se movieron de su casa.
Las personas que cambian de localidad lo hacen por diversos motivos. En orden de preferencia, se escoge el lugar de descanso por ver a familiares (36 por 100), por el clima (30), por el paisaje (24), por curiosidad (19), porque es el sitio recomendado por familiares y amigos (13), por costumbre (13), por estar próximo a la residencia habitual (12), por ser un sitio tranquilo (12)...
Congreso del ocio
A pesar de que la cuestión del ocio no acaba de verse muy clara, recientemente se celebró un Congreso de Bruselas dedicado al tema. Durante tres días, 700 expertos de la Unesco reconocieron «el derecho del hombre a buscar entretenimientos positivos y constructivos para su personalidad y, en definitiva, a tener en horas fuera de su trabajo habitual satisfacciones que le hagan sentirse feliz». También se reconoció «el derecho a obtener educación permanente, quien la desee».Lo que sucede es que los congresistas no se ponían de acuerdo en lo que es ocio, ni en lo que es educación permanente, ni en lo que es entretenimiento positivo y constructivo. Los diversos tipos de sociedad se echaban en cara sus mutos defectos. Los representantes de los países comunistas achacaban a los capitalistas las destructivas formas de ocio en Occidente. Los capitalistas argüían que es en las sociedades del Este donde no existen las libertades mínimas para que el ser humano elija sus entretenimientos.
El Congreso empezó con polémica y continuó con ella hasta el final. El poeta francés Pierre Emmanuel puso los puntos sobre las íes a los expertos del ocio. En presencia de Kurt Waldheim, aseguró que las guerras, las contradicciones sociales, la alienación del hombre, convierten la cuestión del ocio en una cuestión hipócrita.
Según Emmanuel, la mayoría de la gente, al margen de regímenes políticos, no es libre porque no está satisfecha con su trabajo. Planificar su falso tiempo libre será entonces planificar sus represiones.
«Vivimos en una sociedad que no conoce más que el rendimiento y que ignora el servicio», dijo Emmanuel. Es una cadena sin fin que si algún día se rompe no llevará más que a la arbitrariedad. Es imposible hablar, como se habla en este congreso, de cultura para las masas, de entretenimiento para su tiempo libre. Hay que reexaminar todas las estructuras sociales en todas las sociedades humanas, comunistas o capitalistas.»
El Congreso del Ocio finalizó y se redactó hasta un documento, Carta de los entretenimientos, donde se regulan los derechos y deberes del ser humano en ocio, carta enviada a la Unesco para su aprobación y posterior ratificación en la próxima Asamblea General de las Naciones Unidas.
Pero en el ánimo de los congresistas quedaron las palabras del poeta, señalando que lo importante, más que planificar el ocio, encontrar sentido al trabajo cotidiano, cosa que aún no sucede en sociedad alguna.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.