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El avión español y sus tripulantes siguen retenidos en Somalia

En relación con el avión de la compañía Actividades Aéreas Aragonesas que el domingo fue obligado a aterrizar en Somalia bajo la acusación de haber violado, reiteradamente, el espacio aéreo de aquel país, se nos ha informado en la dirección de la citada compañía que el tema está bajo la competencia del Ministerio del Aire, indicándonos que, si bien por su parte no podía facilitar más información que la ya conocida, podíamos ponernos en contacto con una compañía de Ginebra.

El avión, cuya tripulación estaba compuesta por Luis Alberto Pérez Arias, comandante; Luis Cabré, copiloto, y Tomás Gallego, mecánico de vuelo, llevaba cinco pasajeros: Leo Tindermans, súbdito belga, que provocó alguna especulación por la coincidencia de nombre con el primer ministro de aquel país; un súbdito británico, mister Harris, dos señoras y otro pasajero. El aparato había salido de Tcherán en dirección a las islas Seychelles y cuando regresaba de nuevo a Teherán recibió una orden por radio desde la torre de control de Mogadiscio obligándoles a aterrizar.Se nos ha informado que el avión había hecho este mismo vuelo numerosas veces sin ningún contratiempo, y que esta vez, como las anteriores, se había depositado el plan de vuelo con las veinticuatro horas de antelación reglamentarias, teniendo en regla todos los papeles pertinentes.

La asociación internacional de pilotos, Aspla, ha declarado que en este país, Somalia, no es la primera vez que se hace aterrizar un avión con el único fin de exigir una cantidad de dinero aunque no exista ninguna causa real para actuar así, lo que viene a desmentir las interpretaciones oficiales de que el avión había infringido algún detalle burocrático o que había violado el espacio aéreo.

Parece ser que la cantidad exigida al principio fue la de 8.300 dólares que posteriormente fue rebajada a 5.000. Por otra parte, el embajador belga en Somalia ya ha hecho efectiva la cantidad, no estando del todo claro si se ha pagado por segunda vez.

Se nos ha confirmado que los tres miembros de la tripulación fueron conducidos directamente del avión a la cárcel, sin darles tiempo siquiera de recoger sus objetos personales, siendo el embajador belga quien les proporcionó jabón y toallas, actitud que al parecer no ha sentado bien entre las autoridades somalíes. Los pasajeros, por otra parte, fueron conducidos a un hotel, permaneciendo custodiados por soldados negros.

El comandante del aparato, Luis Alberto Pérez Arias, de veintisiete años de edad y domiciliado en Zaragoza, es natural de Madrid. Antes de trabajar en la compañía Actividades Aéreas Aragonesas, en la que lleva más de dos años, pilotó aviones destinados a la fotografía aérea en España y trabajó también en Perú en una compañía de vuelos regulares. Está considerado como un excelente piloto, lo que hace más inverosímil la versión oficial de violación de espacio aéreo, además de que había realizado el mismo vuelo en numerosas ocasiones. Pecsa fue la compañía aérea que contrató el avión, a través de la Executive Yet, especializada en la prospección de petróleo e inversiones en el Tercer Mundo. Se espera que el asunto se aclare pronto, pues aparte del pago de la cantidad exigida a las cancillerías belga y británica, así como los Ministerios españoles de Asuntos Exteriores y del Aire han tomado el caso con la máxima urgencia, así como el primer ministro de las islas Seychelles quien ha enviado un télex a su colega somalí pidiendo la pronta liberación de tripulantes), pasajeros. Abundando en la información por parte de la asociación de pilotos Aspla, parece ser que Somalia no tiene a gala respetar escrupulosamente los convenios internacionales sobre navegación aérea, extremo este que vendría confirmar la suposición de que se trata, en definitiva, de un problema político, más que de una violación del espacio aéreo.

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