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Andreotti, máximo candidato para presidir el Gobierno italiano

Aldo Moro presentó ayer por la tarde su dimisión oficial al presidente de la República, Giovanni Leone, en el palacio del Quirinal, sede de la presidencia de la República italiana.Una vez solucionado este trámite, el presidente iniciará las consultas con los diferentes partidos para intentar la formación de un nuevo Gobierno. Y en los partidos, preferentemente en la Democracia Cristiana y el Socialista, bastante inmersos en discusiones internas han comenzado los debates de cara a la postura que se adoptará en el futuro.

En la DC las divergencias parece que han escindido al partido en dos bandos claramente identificables. Por un lado se encuentran los sectores más avanzados que se han coaligado en torno al secretario, Benigno Zaccagnini. Por otro lado, los inmovilistas.

En este tira y afloja que ha cobrado especial relieve en las discusiones sobre las presidencias del Senado y la Cámara de Diputados, han sido los segundos, los partidanos de que todo siga igual, quien en principio han ganado.

El tema reviste caracteres incluso dramáticos para el futuro del partido italiano con mayor número de votos. Rumor indicó en la noche del jueves que podría haber dimisión del secretario Zaccanigni, lo que estaría justificado por los resultados nulos que el secretario general de los democristianos ha obtenido en su intento de renovar la DC.

Ahora, cuando se proponga al presidente de la República un nombre, para que presida el Consejo de Ministros, las disputas en el seno de la Democracia Cristiana volverán a estallar. Tres nombres son los que cuentan con posibilidades: Forlani, Cossiga (primo de Berlinguer) y Andreotti, uno de los barones del partido y que en principio es el que cuenta con mayores posibilidades de sustituir a Moro a la cabeza del Gobierno.

Por su parte los socialistas mantienen las disputas internas propias y derivadas de su fracaso electoral del 20 de junio. Las disputas y la autocrítica que se ha desplazado al terreno de una posible participación en el Gobierno. La primera opinión del partido que preside el anciano Nenni de no gobernar sin los comunistas parece que se ha difuminado tras varias deserciones de algunos líderes socialistas que estarían dispuestos a participar en un nuevo Gobierno sin participación comunista, pero con el PCI apoyando el Gabinete desde el Parlamento en base a un programa nuevo y avanzado.

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Y aquí es donde reside el problema que hace pervivir la crisis. Si el sector más inmovilista de la DC tiene ventaja parece poco probable que pueda dar un programa lo suficientemente avanzado como para que los comunistas lo aprobasen en el Parlamento.

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