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Las "Brigadas Internacionales" confiesan sus propósitos

Las Brigadas Internacionales existen, y son francesas. Este grupo revolucionario fue quien reivindicó la ejecución del general Joaquín Centeno Anaya, embajador de Bolivia en Francia, el pasado mes de mayo. Las B. I. también se adjudicaron la muerte del embajador de Uruguay en Francia, Ramón Trabal, en 1974, y el atentado grave contra el capitán García Plata, agregado militar en la embajada de España en París, el último mes de octubre.

Quien confirmó la existencia real de las B. I. fue uno de sus miembros, a través de unas amplias declaraciones a un diario parisino. Según este portavoz de las Brigadas Internacionales, su organización es «antiimperialista, clandestina y político-militar». Su objetivo, con «acciones armadas, simbólicas y eficaces», pretende probar que es posible romper con las prácticas pacifistas de la izquierda tradicional, y de la francesa en particular. Las B. I., en efecto, están integradas por miembros exclusivamente franceses. «Para nosotros -explicó el referido portavoz- la pistola es un útil de propaganda, como puede serlo una pluma.»

«Los hombres de mano»

Con tales revelaciones, las B. I. pretenden destruir la tesis, sostenida por una contra-investigación del semanario de izquierdas Le Nouvel Observateur. En una amplia información, muy detallada, del número de la primera semana del pasado junio, dicha revista explicaba minuciosamente como Centeno Anaya había sido víctima, no de las B. I., que reivindicaron el hecho, sino de un comando a órdenes de un diplomático boliviano, que dirigió la operación desde Madrid.La investigación aludida aseguraba, igualmente, que el comando estaba integrado por miembros de una Internacional de hombres de mano, al servicio de diversos Estados, cuya sede se encontraba en Iscar, provincia de Valladolid.

Sus víctimas «simbólicas», dicen las B. I., las escogen con cuidado y no las «ejecutan» hasta que no consideran que el momento es oportuno, tanto por razones políticas como por seguridad para el resto de la población. Por ejemplo, en el caso del capitán García Plata, el simbolismo político aludía a la ejecución, pocos días antes, de los cinco militantes antifranquistas. Y la oportunidad llegó el día que pudieron atacarle cuando estaba solo.

De manera global, su estrategia responde al deseo de «crear una práctica política nueva. Y, para esto, creemos que la propaganda armada es una manera de intervenir políticamente». Advierten que no sólo «existen funcionarios y embajadores». Parece que entre sus «objetivos» están también las firmas multinacionales «y los oficiales del ejército chileno que vienen a formarse en Francia».

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