La noticia de la dimisión, en el Consejo Nacional

Aproximadamente en el mismo momento en que llegaba a las redacciones de los periódicos, vía Europa Press, la noticia de la dimisión del presidente Arias, Mónica Plaza en el Consejo Nacional, pedía la presencia del presidente del Gobierno para explicar la interpretación que el Gobierno ha pretendido dar a algunos puntos del proyecto de ley de reforma constitucional. Cuando, después, le recordaron la coincidencia, la consejera nacional por Palencia aseguró que su petición no era con retintín.

La mayoría de los asistentes a la Sección primera del Consejo Nacional, se enteraron de la noticia de la dimisión de Arias por los periodistas, a quienes se lo confirmó el ponente y ex ministro José García Hernández, quien, en unión de Pinilla Turiño, había almorzado ayer con el presidente del Gobierno.Eran las seis y media de la tarde y, aunque, de momento, no se suspendió la sesión, el revuelo que se organizó fue considerable. La primera pregunta, tras la sorpresa, era «¿cuál es la causa?». Fernández de la Mora -que poco después se ausentó definitivamente de la Sección- se acercó a Rodríguez de Valcárcel, quien después aventuraba la hipótesis de que la causa de la dimisión se debía a la desastrosa situación económica.

A las nueve menos cuarto se entró en la sala Laureano López Rodó, quien ofrecía una faz sonriente. Preguntado por los informadores, aseguró no saber nada. Inmediatamente después, se dirigió a conversar con López Bravo y terminó aposentándose junto a Pedrosa Latas. Durante el resto de la sesión, López Rodó salió y entró repetidas veces.

A las siete y diez de la tarde suspendió la sesión y se formaron los inevitables corrillos.

López Bravo, López Rodó, Garicano Goñi, Sánchez Cortés y algún otro consejero conversaban con el presidente de la Sección, Jesús Fueyo. Fernández Sordo, al salir, comentó: «y nosotros, discutiendo de módulos».

Pilar Primo de Rivera («ojalá no sea para mal», dijo), García Hernández, Pinilla, Teresa Loring, García Carrero, y otros consejeros comentaban la noticia sin demasiado desconsuelo. La hipótesis de Castiella, como posible presidente, es rechazada: "es demasiado viejo decian".

Más tarde, en el bar, García Hernández, a la pregunta de si la dimisión de Arias había sido una condición puesta por la oposición para entrar en el juego político, replicó que de haberse producido esta circunstancia, habría sido un factor determinante conociendo el carácter de Arias, para su continuidad.

A juicio de García Hernández, el motivo de la dimisión no es otro que el cansancio del presidente Arias en el puesto, tras comprobar que todos, incluso quienes decían ser sus amigos le han abandonado. Alguien alude a un memorándum de Girón a Milans del Bosch sobre la situación política.

Poco antes de reanudarse la sesión -a Ias siete menos cuarto de la tarde- las aguas habían comezado a remansarse. Al fondo de la sala, López Bravo, entre Mónica Plaza y Herrero Fontana, hablaba de sus actuaciones tenísticas.Reanudada la sesión, Pardo Canalís y Navarro Hermosilla, desde sus bancos, comentan un resumen económico de Europa Press, en el que se informa del documento demócrata-cristiano que se dice que llegó a manos del Rey. Cuando llega a la sala del ex ministro Ruiz Jarabo se dirige inmediatamente a López Rodó, con quien conversa brevemente.

La tesis de que los candidatos con más posibilidades para nuevo presidente del Gobierno son los tenientes generales Gutiérrez Mellado y Vega Rodríguez, comienza a ser aceptada como un hecho seguro y verosímil.

Hacia las ocho y media, Pedrosa Latas expresó su poca fe en el informe que se elaboraba, dadas las circunstancias de todos conocidas, y pidió tiempo para meditar y que se levantara la sesión.

Fueyo -que al dirigirse al consejero nacional citado dijo «señor presidente», en lo que después calificó como lapsus freudiano-, denegó la sugerencia y el debate continuó. Momentos antes, al referirse el conde de Mayalde, a Fraga, calificándole de experto profesor en Derecho Político, citando su cargo de vicepresidente del Gobierno para Asuntos del Interior, se, oyó una voz que decía ya no.