_
_
_
_
_
Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Gárate

Gárate se llevó para la caseta colchonera la última Copa del Generalísimo, mientras el Rey le aplaudía porque la ganaba y porque se la llevaba.El Bernabéu estaba solemne en la presidencia y henchido en los graderíos. Pienso que el fútbol ha sido cátedra cívica de cuarenta años de franquismo, como los toros fueron cátedra redonda de falta de civismo durante dos siglos de monarquismo. Gárate se ha llevado la última copa futbolística que lleva el nombre -o mejor la dignidad- de Franco, pero los cuarenta de Ayete no se quieren llevar a la caseta el trofeo de su poder simbólico para ponerlo en el anaquel de las melancolías. Claro que los del Atlético sólo son once y los de Ayete son cuarenta. Pueden rodearnos en cualquier momento.

Mientras tanto, Eanes se llevaba la copa portuguesa de la Revolución, también a la vitrina de los recuerdos, y Ford reafirmaba en Puerto Rico, su imperialismo de chicle y cocacola, la chispa de la vida, ante los siete magníficos del capitalismo mundial: Gárate pegaba gritos en la caseta pidiendo que le dejasen volver a salir, pero los del gimnasio le metieron un masaje en la línea froid (para un afeitado fresco) y al final se había cumplido la suprema voluntad reaccionaria de Luis, que siendo una consigna futbolística parece casi una consigna del Régimen: jugar mal, pero ganar.

¿Y qué otra cosa se ha hecho aquí en muchos años? Jugar mal, pero ganar. Ganar guerras, batallas diplomáticas internacionales, batallas cívicas nacionales, pleitos entre hermanos. Jugar mal, pero ganar y llevarse a casa la Copa de Su Excelencia. Cuántos ex directores generales de algo la tienen en casa, sobre la chimenea, junto a la copa de tiro de Somontes, y la copa de tenis (bronce) del Club de Campo.

Con la cínica consigna de Luis, hemos tirado cuarenta años: jugar mal, pero ganar.

David Jato, presidente del Congreso de Falange Española de las JONS, le quita la Copa del Generalísimo a Cantarero del Castillo, que ha preferido siempre jugar bien, aunque perdiendo. Es un eterno perdedor.

Nicolás Sartorius, que es el Gárate de Comisiones Obreras, no para de meterle goles a la UGT, pero la UGT no acepta la adjudicación de infiltraciones fascistas en sus siglas y se deshace de la Copa del Generalísimo.

No sé si es cierto que se han vendido bonos de Comisiones a la puerta de las iglesias, como dice el runrún, pero desde luego, a la puerta del Bernabéu, el día de la final, sólo se vendían gorritos colchoneros y blanquillos para la afición. Mi suegro se me queja de que le han bajado mucho las telefónicas y le digo que pruebe con los bonos de Comisiones que están en alza.

El señor Martín-Gamero le ha explicado al Apóstol Santiago que hay que servir la libre comunicación de ideas, personas y pueblos, pero el Apóstol se hace el sordo, porque de muy cerca de Vigo le llegan las palabras más gratas de Fernández de la Mora: «Tenemos que actuar enérgicamente». Don Gonzalo y cierra España. Jugar mal, pero ganar, como en las Navas de Tolosa, porque meter de pronto un santo en la batalla, con su caballo mitológico, fue hacerles trampa a los Pelés de la morisma en aquel torneo de Copa de la Reconquista, que duró siglos. Casi como la Copa del Generalísimo.

Salimos del Bernabéu contentos de haber visto a las autoridades, fascinados de haber visto a Gárate, que las da todas, y preguntándonos si esa última Copa del Generalísimo es el símbolo definitivo que se va a cerrar con siete llaves como el sepulcro del Cid. Los maños, perdidos por Madrid, cantaban jotas sin garra camino de los autocares. Les faltaba el jotero mayor recién investido en El Pilar: don Salvador de Mádariaga.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_