Transmisión mediante ondas hertzianas
La Estación Espacial de Madrid desempeña un papel clave en el proyecto Viking-1. A través fundamentalmente de sus instalaciones en Robledo de Chavela, donde trabajan en el proyecto 230 personas, se pueden recibir en la Tierra las señales enviadas a millones de kilómetros. Las ondas hertzianas se basan en un fenónemo análogo a la transmisión de vibraciones mecánicas. Cuando una persona golpea el extremo de una barra de hierro, otra persona agarrada al otro extremo percibe los golpes. No se ha transmitido materia, pero sí se ha transmitido un impulso. Se trata de una vibración mecánica que requiere la existencia de un medio material para su propagación.
A diferencia de las ondas mecánicas, las ondas electromagnéticas son impulsos que se transmiten mediante la variación de campos eléctricos y magnéticos. Un impulso producido en la nave Viking-1, el resultado de una fotografía, por ejemplo, llega a la pantalla de recepción de Robledo de Chavela, donde es detectada y amplificada.
Las señales llegan tan débiles, que para ser detectadas es preciso orientar la antena en la dirección exacta en la que llega la señal, anulando todas las otras señales. Una vez detectada la señal es amplificada y transmitida a los sistemas de la Compañía Telefónica, que la hacen llegar a la central de las experiencias en Pasadena (California).
Otra de las dificultades que se presenta en la detección y amplificación de señales débiles es la producción de «ruidos propios» por parte del amplificador. Un receptor de radio, por ejemplo, conectado de forma que no haya ninguna emisora en sintonía produce un ruido de fondo. En la detección de las debilísimas señales que provienen de instrumentos interplanetarios, los amplificadores deben evitar al máximo estos efectos.
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