Estados Unidos no quiere la bomba atómica para España
La reciente venta a España de un reactor nuclear ha provocado en Estados Unidos una amplia, polémica sobre la posibilidad de que nuestro país pudiera fabricar armas atómicas a partir de la tecnología suministrada por los norteamericanos. En algunos círculos políticos se pretende, por este motivo, que él Gobierno de Madrid sea presionado para que firme el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
A «este respecto, el diario Washington Post publicó ayer un editorial cuya tesis era que había que convencer a España de que firme cuanto arites el citado Tratado, pues -en su opinión- no existen suficientes controles sobre el uso que hará el Gobierno español del material nuclear facilitado por Estados Unidos.La planta atómica que ha adquirido España -después de que la comisión reguladora de energía nuclear norteamericana aprobara el pasado lunes su venta- será instalada cerca de Barcelona y tendrá una potencia de 930.000 kilowatios y un costo aproximado de 2.600 millones de pesetas.
Aunque el Gobierno español ha negado pretender un uso militar de la energía nuclear, uno de los miembros de la comisión reguladora que votó en contra de la venta del reactora nuestro país, el señor Gilinsky, ha resaltado el hecho de que España no ha firmado el Tratado de No Proliferación de Armas Atómicas y recordó que el plutonio obtenido de una central nuclear puede ser empleado, si no existen las garantías suficientes, para la fabricación de. armas atómicas.
En cuanto a la postura española, es sabido que el ministro de Asuntos Exteriores, señor Areilza, es partidario de la fuerza atómica española y que en el pasado mes de enero declaró a la televisión norteamericana que España podría hacerse con la bomba atómica «si ese es el camíno que han de seguir las naciones». Es evidente que España se halla entre los países con capacidad técnica y económica para hacerse con la bomba atómica y, además, nuestro programa de desarrollo energético nuclear es el tercero en Europa, tras Francia y Alemania.
La polémica, pues, sobre sil España debe caminar a convertirse en potencia nuclear o, por el contrario, debe comprometerse en el Tratado de no proliferación, sigue en el aire.
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