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Ni los comunistas ni los demócrata-cristianos podrán gobernar solo en Italia

Las más diversas interpretaciones -muchas de ellas antagónicas y contradictorias- están siendo avanzadas en relación con las elecciones italianas del pasado día 20. Una cosa parece, sin embargo, clara: que ninguno de los dos grandes partidos italianos podrá gobernar en solitario.Por su parte, los comunistas se apuntaron ayer noche un nuevo y espectacular tanto al hacerse públicos los resultados definitivos de las elecciones municipales en Roma y Génova.

Italia es después de estas elecciones un país más difícil de gobernar que nunca. Los comicios del 20 de junio, que tanta expectación y tantos temores provocaron en el país y fuera de él, dejan las cosas tal como estaban hace dos meses, cuando los socialistas provocaron, las elecciones anticipadas. La única diferencia es que los dos ántagonistas de entonces, comunistas y democristianos, son ahora más fuertes.La Democracia Cristiana ha mejorado sus posiciones, pero sin ir más allá de los porcentajes que ya disfrutaba en 1972: su éxito es numérico, no político. Sigue siendo el partido de la mayoría relativa, pero ahora está más solo que nunca. Su Victoria se ha logrado en buena medida con la derróta de sus pequeños aliados del centro y de la derecha. El gigante democristiano se ha comido a sus propios hijos.

El avance comunista ha sido discreto. El partido de Berlinguer ha mejorado en términos absolutos sus anteriores posiciones, y esto supone el respaldo electoral a su política de compromiso histórico.Pero se trata igualmente de un cálculo aritmético y, no político. Un Gobierno de compromiso histórico resuIta impensable si se tiene en cuenta que los votos rebañados por la Democracia Cristiana son propiamente los del miedo, los de quienes han acudido en socorro del partido cruzado precisamente para cerrar el paso al peligro rojo. Indro Montanelli dijo. que se taparía las narices para no sufrir los malos olores, que desprendé, el Partido Democristiano, podrido por la corrupción, el clientelismo y treinta años de mal gobierno, pero que votaría por ese partido. Y eso es lo que muchos italianos han hecho, como el director de Il Giornale Nuovo.

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