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El volumen contratado en el exterior se duplica anualmente

Quince empresas constructoras españolas se encuentran desarrollando actualmente diversos trabajos en los mercados internacionales, actividades que a finales de 1975 alcanzaban una cifra de inversiones próxima a los 9.200 millones de pesetas, que supone un 1,4 por 100 de la actividad total desarrollada por estas empresas. Si se comparan los datos reseñados con los habitualmente manejados en otros países, se comprueba que la actividad exportadora del sector nacional de la construcción no está en consonancia con el volumen de empresas que desarrollan su actividad en este país. Como dato comparativo, baste señalar que el montante de los trabajos realizados por las empresas francesas en el exterior se elevó en 1974 a más de 124.000 millones de pesetas, cantidad que supuso el 15,7 por 100 del total de la obra desarrollada por las 149 empresas del sector que participaron en la exportación constructora francesa.A la hora de buscar causas de este retraimiento de cara al exterior por parte del empresario constructor español, pueden apuntarse varias razones, que irían desde la habitual desgana de la empresa española a lanzarse a la aventura de los mercados extranjeros, siempre y cuando no se vea motivada u obligada por causa mayor, como en este caso puede ser la falta de actividad interna, y el olvido por parte de la Administración hacia ese sector en particular y hacia la exportación en general, como lo prueba la falta de ayuda o reglamentos concretos para los diferentes sectores hasta hace escasamente unos años.

En cualquier caso, las perspectivas que se ofrecen a estas empresas en los mercados internacionales, según convienen en señalar diferentes expertos consultados del sector, mejoran de forma gradual con el paso de los años, quizá debido al efecto multiplicador que tienen los contratos conseguidos en países englobados dentro del Tercer Mundo. Así, se prevé que para 1976 se alcance un volumen de obra próximo a los 15.000 millones de pesetas, para conseguir en 1980 la cifra de los 30.000 millones. Hasta el momento actual, los volúmenes de obra contratada en el exterior se duplican anualmente.

Ocasiones perdidas

Sin embargo, y a pesar de que el tamaño de las empresas españolas que se mueven en los mercados exteriores, es similar, e incluso, en algún caso, superior al de los más directos competidores, las sociedades constructoras de este país miran con ciertos reparos los riesgos que entrañan estas salidas.El caso cercano en el tiempo de la Unión Soviética, es contundente. Este país tiene un enorme déficit de hoteles de cara a la próxima Olimpíada: para lo cual solicitó el concurso del sector español de la construcción, sector que, hasta el momento, ha dicho no a lo que podría convertirse en una vía hacia los países del Este, sin que se conozcan al detalle las razones de esta negativa.

Se pueden mencionar casos como los de Arabia Saudita e Irak, en donde la inexperiencia hispana por un lado, y la desorganización: por otro, terminaron por estropear un mercado potencialmente importante como el de ambos países.

Otro tipo de situaciones extrañas que suelen crearse viene dadas por el desconocimiento que países como los del Africa Negra, o alguno de Oriente Medio, tienen sobre la tecnología española en el sector de la construcción y obras públicas. Españano cuenta con «Mirages» o «Harriers», como Francia y Gran Bretaña para abrirse paso en estos mercados, que a la postre es lo que estos países más valoran, por lo que el desarrollo en estas zonas es cuestión, de tiempo y de paciencia.

En los últimos años, España como exportador de obras públicas y derivados, ha encontrado una base importante en países como los de Latinoamérica, Argelia o Irán, aunque incluso en América del Sur nuestra situación está por debajo de la francesa.

En el caso de los países hispanoamericanos, las obras realizadas por las empresas españolas durante 1975, se elevaron a casi 5.000 millones de pesetas, mientras que los empresarios galos exportaron un total de 9.500 millones en 1974. En Argelia, principal y casi único cliente español en el Norte de Africa, nuestra situación es aún más desfavorable con respecto a los franceses, ya que nuestro volumen contratado en 1975 fue superior a los 4.000 millones de pesetas, mientras que la cifra francesa en 1974 fue superior a los 12.000 millones. A pesar de ello, ambas zonas tienen excelentes perspectivas para el sector español.

Las empresas españolas que salen a los mercados exteriores se encuentran con problemas de base que limpiden en muchas ocasiones el desarrollo. Por un lado, el sector intenta de la Administración desgravaciones fiscales a las exportaciones, y por otro, hace notar la falta de una línea de financiación, ya que los países tercermundistas funcionan bajo crédito, por lo que el sector cree que resultaría interesante para las constructoras obtener una línea de crédito símilar al valor añadido colocado por la empresa exportadora.

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