Por una crítica de la pintura
Algunas corrientes contemporáneas (conceptual, body) en un proceso continuo de desobjetualización y desmaterialización de la obra de arte habían llegado a erradicar de la práctica artística la noción misma de pintura (cuadro, tela, pigmento). Contra esto se ha reaccionado desde bastantes puntos de vista; las más interesantes aportaciones son las que tras un replanteamiento crítico de las inconsecuencias y deformaciones presentes siguen viendo en la pintura un instrumento con posibilidades, en la práctica específicamente pictórica algo que debe seguir desarrollándose.Para los iniciadores de este movimiento (los pintores franceses que después de su experiencia en SuportsISurfaces se expresan en la revista Peinture, cahiers théoriques, ligada a Tel Quel) esta recuperación de la pintura implica adecuación del instrumento, a partir de un análisis teórico de sus fundamentos, a una práctica progresiva. Y para ésto son necesarias bases teóricas nuevas por tres vías complementarias: semiótica, psicoanálisis y marxismo.
Broto, Grau, Rubio y Tena
Exposición en Galería Buades. Claudio Coello, 43.
Como ya es costumbre, la corriente encuentra su proyección en nuestro país con varios años de retraso pero, no obstante, con una cierta pujanza. La exposición de los pintores Broto, Grau, Rubio y Tena en la Galería Buades de Madrid, tras su muestra en la Galería Maeght de Barcelona, es buena prueba de ello.
Recuperación de la pintura por supuesto no exenta de peligro, y el primero es el hacer trasplantes mecánicos. Esto es algo de lo que parece tenerse conciencia; sin embargo, el número cero de Trama, revista de pintura, con su combinación de traducciones del francés (Pleynet, Louis Cane, Marc Devade) y textos propios, parece justificar en algún modo esta prevencion. Por ejemplo sobre un tema imposible de eludir, la relación teoría/pintura. Según Devade, «esta teorización consiste en no atenerse a la superficie o a la fabricación del objeto o su más allá (el individuo-genio), sino a extraer el sujeto: la teoría tiene por objeto el sujeto como materia de la pintura, lo que significa que la pintura tiene por materia el sujeto». Proposición ésta que creo poder suscribir totalmente, y que sin embargo en boca de Rubio se transforma en: «es el discurso que en ella se apoya lo que en última instancia le da sentido a la pintura», frase que casi niega el sentido específico y último de la pintura como algo que pertenece a la misma pintura, a sus aspectos más pulsionales, los más presentes aquí.
Este aquello específico de la pintura se refiere a los aspectos más subjetivos. La relación entre pintura y genitalidad, la idea de pintura com descarga libidinal -de ahí la importancia concedida al psicoanálisis «que descubre un sujeto dividido (consciente /inconsciente) y líquida al mismo, tiempo las teorías clásicas del sujeto con conciencia plena, las del ego siempre trascendental» (Devade)- está en el núcleo de sus planteamientos. De ahí la priorización sobre el nivel simbólico de la pintura, del semiótico (efectos de ritmos, de tonos). De ahí la importancia de lo pulsional, y del cuerpo.
Visitar luego la exposición resulta una experiencia algo decepcionante. En realidad los cuadros se inscriben en una ya larga tradición de la pintura moderna, el hilo que conduce de Cézarme a Matisse y de éste a la pintura americana de postguerra. Color y gesto, grandes formatos, apenas composición, éstas son las características formales más acusadas. Al margen de diferencias: el uso homógeneo del color en Rubio, casi Reinhardt si no estuvieran los "pequeños accidentes" (estrías, imperfecciones sobre la tela); el contraste entre lo pintado y lo no-pintado, lo cálido y lo frío, lo activo y lo pasivo, en las simétricas y claras telas de Broto (que aunque resulte trivial decirlo, son de una elegancia poco frecuente); los cuadrados inscritos en el cuadrado de las telas de Tena, que tal vez por los colores tienen algo pastoso, descompuesto, bastante confuso; los derrames cromáticos de Grau, que desbordan una estructura geométrica sin que se haga uso de la pincelada, de la mano.
Exposición indudablemente interesante, coherente e incluso fuerte, que contribuye a despertar una polémica muy real que actualmente tiene planteada la pintura. Definirse por una crítica de la pintura, puede resultar pretencioso. Pero empieza a sentar las bases, qué duda cabe, de un verdadero y necesario replanteamiento de los medios, el carácter y el sentido de la pintura: por una crítica de la pintura.
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