Tina Sáinz,
actriz, encarcelada por el anterior ministro de la Gobernación, multada con medio millón de pesetas con ocasión de la huelga de actores, fue ovacionada largamente -unos aplausos diferentes a los que suele recibir en escena- al final de su intervención en el ciclo sobre teatro organizado por la Fundación March. Afirmó, entre otras cosas, que «el actor no puede ser un instrumento neutral ni convertirse en mero portavoz de las clases dominantes» y que «hay que poner el teatro al servicio del pueblo», propugnando lo que llamó ruptura teatral como alternativa cívica a la lamentable situación de nuestro teatro. El elegante azul pálido del enmoquetado salón de actos, apenas sí se inmutó.
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